
En realidad, lo que están ofreciendo es testosterona, una hormona que, aunque se venda como sinónimo de virilidad y fortaleza, no es, ni mucho menos, un remedio inocuo contra el paso del tiempo: «Sin embargo, en los últimos años se está multiplicando su uso fuera de esta indicación, bajo la premisa de que puede contrarrestar los efectos de la edad y mantener el vigor», señala la periodista, que se ha entrevistado con numerosos especialistas médicos en la materia. Y añade: «Este planteamiento liga directamente la bajada de los niveles de testosterona que se produce con el paso de los años con los signos de envejecimiento -como la fatiga, el descenso de la líbido, o la pérdida de masa muscular- y propone que suplir esa caída permite retrasar la llegada de la tercera edad. Pero la hormona dista mucho de ser un milagro antiaging. También se ha asociado su uso con un incremento del hematocrito (proporción de glóbulos rojos presentes en la sangre) y la tensión arterial, así como con problemas como los edemas o la aparición de signos de feminización corporal, entre otros».




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