Julio Valverde, peluquero y ex actor, torero y juez de paz de Majadahonda

JULIA BACHILLER. A finales del siglo XX, cuando todavía se usaba el papel en los periódicos, existía la revista «Avenida de Majadahonda«, que en su número 18 fechado en junio de 1996 contenía una entrevista realizada por el que después fuera conocido periodista deportivo Cholo Hurtado. Su titular: «Julio Valverde Álvarez, el último Juez de Paz de Majadahonda«. Y en efecto, el pregonero de las Fiestas de Majadahonda de este martes 13 de septiembre (2022) es el peluquero más antiguo de la ciudad con establecimiento en la Gran Vía 37 y cuya saga la continúa su sobrino «Rodri» en la peluquería de la Plaza de la Constitución. El ya era famoso en el entonces pueblo y hoy ciudad, que tenía 40.000 habitantes (algo más de la mitad que ahora) aunque ya hace de eso algo más de 25 años. El preámbulo a la entrevista comenzaba así: «En una de las casitas bajas construidas por “Regiones Devastadas” para la reconstrucción de Majadahonda después de la guerra civil, nació en el mes de julio de 1948, Julio Valverde Álvarez. Su madre, descendiente de familia de agricultores, ya era nacida en Majadahonda. Su padre, peluquero, llegó de Alcabón (Toledo)».


En el bar restaurante «La Aurora» de Majadahonda

«Fue el único varón de los 5 hijos que tuvo el matrimonio. Joven inquieto, se escapa de casa para vagar por los campos como “maletilla” aunque regresa 3 meses después. Prueba fortuna en los ruedos y debuta como matador de novillos-toros a los 16 años. Se corta la coleta y decide seguir la profesión de su padre y se convierte en el barbero de su pueblo. En 1982 es designado Juez de Paz sustituto y en 1985 es el juez titular hasta la inauguración de los Juzgados de Instrucción de Majadahonda a finales de 1989. Hombre comprometido con la sociedad majariega, participa activamente en la vida cultural, sobre todo con el grupo teatral aficionado “Muñoz Seca” que él mismo ha creado. Julio Valverde es un hombre querido y muchos no olvidan que fue el último Juez de Paz que tuvo Majadahonda«.


De soldado: Plaza de la Iglesia

¿Le siguen llamando Juez? –No, me llaman Julito. Es más entrañable. Julito “El Barbero”. ¿Le molesta?. –No. La Barbería es la profesión a la que me dedico. Y me alegra que lo reconozcan. ¿Le gustaba ser Juez? –Sí. Era un servicio que le brindaba a la Comunidad. ¿Cobraba por ello?. –Ni un duro. El puesto era “ad honorem” y se estaba de guardia las 24 horas del día. Los empleados del juzgado sí cobraban. ¿Quién le nombró?. –El Juzgado de Instrucción de San Lorenzo del Escorial al cual estaba adscrita Majadahonda. La Guardia Civil, el Ayuntamiento y el propio Juzgado de Paz proponían cuatro candidatos cada uno de ellos y entre los doce se designaba uno. ¿Era usted el más enchufado?. –Prestigio personal y respeto de la comunidad fueron mis mejores enchufes. ¿No tenía usted amigos? –Muchos, pero no eran los que elegían al juez. ¿Se metió usted en muchos líos?. –En algunos tuve que poner paz. Las reconciliaciones en las disputas a veces eran muy complicadas. Pero había cosas más gratas. –Y más ingratas.

Julio Valverde, actor

¿Dijo usted muchas veces hasta que la muerte os separe?. –Bastantes. Algunos matrimonios sí que realicé y más gratificantes resultaban cuando conocía a los contrayentes. ¿Recuerda alguna boda?. –Varias, pero sobre todo la de una pareja dispareja. El tenía alrededor de 50 años y ella apenas si pasaba los 20. Hubo que esperar a la novia cerca de dos horas porque su familia no quería que se casase. ¿Le asustaba levantar cadáveres? –No, pero la muerte me produce un gran respeto. Esas diligencias procuraba hacerlas rápido pata atenuar el impacto emocional que producían. ¿Tenia usted independencia para equivocarse solo?. –Nunca recibí presiones. No las hubiera aceptado. Y si alguna vez estuve errado que me perdonen los afectados. Demasiado tarde ¿No?. –Hablamos en hipótesis, aunque nunca es tarde para reparar un daño que se causa. Yo no recuerdo haber perjudicado a nadie.La memoria suele ser voluble… –Hay cosas que no se olvidan… ¿Su experiencia taurina, por ejemplo?. –Por ejemplo. Fui maletilla y matador de novillos-toros. Participe en 30 corridas que para mí fueron apasionantes.

Julio Valverde en la Gran Vía

Pero lo dejó… ¿Tuvo miedo?. –No. El toro es un animal noble al que hay que saber tratar para que dé juego. Aun participo en capeas. Lo que sucede es que no vi claro el futuro y lo dejé. ¿Estaba más claro lo de la Peluquería?. –Había más tradición familiar. Mi padre era el barbero del pueblo. ¿Y el teatro que tiene que ver en su vida?. –Soy presidente de la Agrupación Teatral Muñoz Seca. Intento seguir contribuyendo a la vida cultural de Majadahonda. Dicen que para ser feliz o hay que vivir en un sueño o soñar una vida... –Puede que sea verdad, pero, personalmente, yo intento convertir en realidad mis sueños. Ahora mismo soy feliz. Mis padres viven, tengo 4 hermanas, una mujer, 3 hijos y 1 nieta. Disfruto de buena salud y sobre todo tengo fe y ganas de seguir viviendo. Muy teatral… –El teatro aproxima a la vida.

Julio Valverde, novillero en la Plaza de Escudero (Majadahonda) en 1965 (17 años)

El decorado de Majadahonda ha cambiado desde que Ud. tuvo uso de razón... –Sí, es verdad. Ahora es más bonita. Calles amplias y asfaltadas, jardines muy cuidados, pero menos sentimiento de colectividad. La gente que ha ido llegando no se identifica con el pueblo. Tiene su casa aquí, pero no participa. Se muestra distante. Contribuye, pero no participa. Esta Ud. dictando una sentencia, señor Juez… –Simplemente hago una reflexión. Me gustaría que quienes viven en Majadahonda se sientan majariegos. Que las ventajas que produce haber dejado de ser un pueblo y no ser capital se noten menos. En Majadahonda hay personas, instituciones y cosas que merecen nuestro reconocimiento y apoyo y de las cuales podemos sentirnos orgullosos…

Majadahonda Magazin