

Crescencio Bustillo
Parecíamos artistas de circo por nuestra forma de ensayar. De momento coger las abrazaderas con las manos y dar el impulso al cuerpo, al unísono, para ponerse encima del caballo, era un poco difícil, hasta que cogiendo confianza y más serenos, iban saliendo mejor las cosas, terminando por hacerlo bien del todo. Había sin embargo un número que no estaba en el programa pero que no lo impedían a quien quisiera ejecutarlo. Este número consistía en hacer el volteo, por el lado opuesto, o sea voltear a izquierdas. Para ello se necesitaban unas condiciones especiales, pues el caballo avanza el doble que el hombre en el mismo tiempo. Y después de agarrarse a izquierdas, hay que saltar con la pierna izquierda por delante, cosa que si no está uno acostumbrado, es muy difícil y arriesgado de realizar. Este preludio del volteo servía para aprender a montar bien y montar toda clase de caballos. Así pasó que los que más destacamos en el volteo, llegado el día, nos destinaron a domar y montar los potros salvajes, de los que todos los años se abastecía el Regimiento.

Para ser un mediano jinete, la base principal son las piernas. Con ellas se domina el caballo y se ejecutan todas las formas de obrar con ellos. Si vas al trote, al estilo inglés, debe haber un puente entre la entrepierna del jinete y la montura. De esta forma, el cuerpo va erguido y suelto, acompasando el movimiento hacia adelante con el trote del caballo. Si corres al galope tienes más dominio y más campo de visión y si tienes que saltar obstáculos, ayudas al caballo inclinándote hacia adelante cuando vaya a tomar el mismo. Otro detalle muy importante es el tener que bajar precipicios más o menos verticales; hay que echarse en el cuello del caballo hacia adelante y conducirle por lo derecho, de no hacerlo así, caballo y caballero dan en tierra inmediatamente. *Ronzal: Cuerda que se ata a la cabeza o al cuello de las caballerías para conducirlas o sujetarlas.



												
