El profesor Antonio Ortega deja también auténticos fans entre su alumnado, que ha publicado cientos de mensajes en las redes sociales y ha hecho llegar a su familia: Loles Dolz Romero, ex concejala de Majadahonda, y sus hijas, Verónica Ortega Dolz, que es médica en Málaga y la conocida periodista Patricia Ortega Dolz, redactora del diario El País.

SILVIA ANULA. El profesor Antonio Ortega González, director de la sección española del «Kings College» durante décadas y vecino de la Urbanización Delta de Majadahonda, falleció este 20 de junio de 2024 a los 80 años de edad dejando tras de sí un imborrable recuerdo entre sus amigos y familiares, entre los que se encuentra su compañera, la ex concejala de Majadahonda, Loles Dolz Romero y sus hijas, Verónica Ortega Dolz, que es médica en Málaga y estuvo a su vera hasta el final, minuto a minuto, siendo su grandísimo consuelo en las últimas semanas, y la conocida periodista Patricia Ortega Dolz, redactora del diario El País. Antonio Ortega deja también auténticos fans entre su alumnado, que han publicado cientos de mensajes en las redes sociales y han hecho llegar a su familia. La propia Loles Dolz parafraseó a la escritora Marguerite Yourcenar para recordarlo: “Nunca sabrás que tu alma viaja dulcemente refugiada en el fondo de mi corazón y que nada, ni el tiempo, ni la edad, ni otros amores, impedirá que hayas existido. Los caminos que seguiste, hoy me señalan el mío, aunque jamás sabrás que te llevo conmigo, como una lámpara de oro para alumbrarme el camino, ni que tu voz aún traspasa mi alma. Suave antorcha tus rayos, dulce hoguera tu espíritu. Aún vives un poco porque yo te sobrevivo». Gracias, chico, por todo lo que hemos disfrutado juntos durante más de medio siglo», concluye su obituario tras mas de medio siglo de convivencia. 


En el Club Náutico de Adra (Almería), donde le entregaron la medalla del Club al primer navegante abderitano en un emotivo acto donde hubo mucha alegría en mestizaje con las inevitables lágrimas. En silla de ruedas, uno de sus mejores alumnos y luego amigo, que viajó en avión hasta el extremo sur peninsular para sumarse al homenaje

EL PROFESOR ANTONIO ORTEGA GONZÁLEZ, que falleció de cáncer de riñón diagnosticado en pleno confinamiento y que combatió durante 4 años pero que dio la cara hace 2 meses, recibió un homenaje en Adra (Almería), municipio donde pasó su infancia y pasaba largas temporadas. Sus alumnos y alumnas también le expresaron su reconocimiento: «Descansa en Paz, Antonio Ortega. Tus conocimientos, tu pasión por la enseñanza y las matemáticas, tu amor a esa gran familia que has creado y tu espíritu rebelde nos ha imbuido durante toda la vida y seguirá presente”; “Hoy a 6500 kms de distancia tuya, voy a ponerme lagrimas negras de tu amigo «El Cigala» en tu honor”; “El amor por el mar y la vela, también algo que hemos compartido, pues aunque somos los dos muy sociales también nos encantaba tener momentos de soledad como García Marquez nos enseñó, para reflexionar sobre nuestra razón de existencia en este mundo”; “Mis padres también te echan de menos como miembro de la misma quinta y también te mandan un abrazo descarnado desde aquí”; “Plantaste la semilla del liderazgo en mí desde pequeño, no por órdenes y mando sino por esfuerzo, rigor y conocimiento. Así se da ejemplo”; “Me llevo nuestra comilona en Madrid como recuerdo de lo que hemos disfrutado y sobre todo yo egoístamente aprendido de pozo de sabiduría inagotable”; “Navega marinero que en alguna ola nos encontraremos”.


El profesor Antonio Ortega González brindando por su 80 cumpleaños, junto a sus nietas y nieto

PERO SIENDO SENTIDOS ESTOS TESTIMONIOS, ninguno como el de su hija, Patricia Ortega Dolz: “Adiós y Gracias Papi. Gracias por enseñarme a caminar y a navegar por la vida, a “darle camino y a orzar” apurando hasta la mas leve brisa, por sacar mi coraje en las carreras campo a través y mi resiliencia en las ceñidas sin viento de las regatas, gracias por celebrar dias inventados, por presentarme a Neruda y a Baudelaire y el consuelo en la lectura, por las clases particulares de matemáticas y física que me dieron notables y sobresalientes, por regalarme mis primeros discos y tener siempre una nueva canción para escuchar; gracias por llevarme a mis primeros conciertos con «Los Coyotes» de Victor Abundancia (“cuidao que voy soy el típico español…”) y mostrarme el lado excéntrico, canalla y divertido de la vida, por enseñarme a disfrutar las conversaciones improvisadas de los músicos de Jazz en el Café Central o en el Popular y por dejarme poner todos tus discos “cuidando la aguja”. Gracias por hacer que mire y admire la vida con los menos prejuicios posibles, por llevarme al Hotel Palace a tomar cocteles en ese bar de almas de paso o de excursión a ese restaurante hortera de Campaspero a comer cordero; por ser mi confidente y enseñarme a querer todos mis sentimientos por el hecho de que fueran míos y a domarlos para vivir feliz con todos ellos; gracias por compartir conmigo el sentido orgiástico de la vida, la dicha, por todo el vino comprado y bebido, por mostrarme algunos límites y por aconsejarme sin que lo pareciera».

El profesor Antonio Ortega con su compañera, la ex concejala de Majadahonda, Loles Dolz: «Gracias, chico, por todo lo que hemos disfrutado juntos durante más de medio siglo»

«GRACIAS POR ENSEÑARME LA RESPONSABILIDAD DE LAS DECISIONES pero también la intranscendencia de todas ellas en el marco del cosmos del que formamos parte, gracias por regalarme tu relativismo vital, por las conversaciones en el coche camino de la universidad y por los silencios, por todas esas horas escuchando las olas contra el casco del barco, por querer —o aprender a querer— a quienes yo he querido, por entusiasmarte con todos mis proyectos, por ser mi único fan. Gracias por tu buen gusto, por enseñarme a apreciar la elegancia como esa mezcla de naturalidad y autenticidad en todas sus formas: y también gracias por tu receta del guiso de Congrio, y la de las manitas de cerdo o la de esos filetes rusos que todas hemos aprendido a hacer, y por todas las exquisiteces que me llevaste y me diste a probar. Gracias por por todas las bromas, por tu sarcasmo y tu sentido del humor, por todo lo que le has dado en solo siete años a Beatriz. Ojalá hubiesen sido muchos más! y ojalá yo haya aprendido algo y algún día ella se sienta tan afortunada como me siento yo. Te voy a echar muchísimo de menos siempre”, concluye su obituario. Un maestro de vida. Descanse en Paz.

Majadahonda Magazin