Francisca Amador Calvo   ©David Senabre 

MANU RAMOS. «No son días fáciles para el famoso escritor Lorenzo Silva, que llora la muerte de su madre, que ha fallecido este viernes (24 de junio 2022) en Majadahonda. Aunque nacida en Madrid, Francisca Amador Calvo tenía origen salmantino, puesto que sus padres eran de Sanchón de la Sagrada. “Soy medio salmantino y eso es algo que le presté a Bevilacqua”, aseguró en su día el propio Lorenzo Silva en una entrevista con La Gaceta. Y es que uno de los personajes de la famosa serie, con la que llegó a ganar el Premio Nadal gracias a «El alquimista impaciente«, tiene origen charro por ese motivo. Así comienza el emotivo texto a su madre que le ha dedicado el literato Lorenzo Manuel Silva Amador (Madrid, 7 de junio de 1966), que firma como «Lorenzo Silva«, cuyo «In memoriam» a Francisca Amador Calvo concluye con las fechas de su biografía: Madrid, 17/11/1942 – Majadahonda, 24/6/2022.


Lorenzo Silva con la portada de uno de sus libros

LORENZO SILVA. Me siento ante la página en blanco y lo primero que recuerdo es cómo me llevabas de la mano al colegio donde me enseñaron a leer y a escribir. Cómo, muy poco tiempo después, me acompañabas al quiosco a comprar mis primeros tebeos, donde leía las historias de Verne, Salgari o Stevenson. Cómo, en fin, me pasabas a máquina los primeros cuentos que escribí, con 14 o 15 años. Mis primeros mecanoscritos no son míos, sino tuyos. Mi escritura, mi forma de leer el mundo, en gran medida, también. Tu ejemplo era una mezcla insuperable de delicadeza e inteligencia. Podría y debería recordar tu paciencia, tu cariño, tu capacidad de renunciar a tus cosas para atender las de otros, tantas veces las mías. Tu discreción continua y admirable, que te impedía hacer nada que pudieras sentir como una molestia a otro, y que llevabas al extremo de no pedir ni siquiera lo que necesitabas y se te debía. Tu poca exigencia, tu mucha generosidad.

Escribo esta enumeración, que confirmará cualquiera que te haya conocido, y lo primero que me viene a la cabeza es que no hubo o no supe encontrar tiempo para corresponderte como habría debido. Te llevé a Marrakech, o a Rabat, para ver dónde descansa tu padre, mi abuelo. Te dediqué mi libro sobre Castilla, la herencia espiritual que de ti me vino. Y alguna otra cosa más, todo lo que me fue posible, mucho menos de lo que te merecías. Tu lección mayor fue la inteligencia, al modo en que me la enseñaste: como una suma de sensibilidad y de bondad. Sin la primera nada se percibe; sin la segunda, nada de lo percibido tiene más valor que cualquier baratija. Desde hoy, además de recordarte y honrarte y celebrar haberte tenido, como tu esposo y toda tu familia, tengo una misión por encima de todas, intentar ser digno hijo tuyo. Hasta aquí no lo he logrado, tal vez no lo logre nunca. Pero será hermoso vivir en la tentativa de serlo. Gracias, mamá. Lea el obituario completo en la web de Lorenzo Silva.

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