FELIX G. PEDROCHE. En ocasiones me pongo a pensar en el «coste de oportunidad» empleando lenguaje de economista, que supone no aprovechar la mano de obra ociosa de esos 3.200 desempleados, inscritos a la Oficina de Empleo de Majadahonda. Hay un detalle de léxico que deberíamos puntualizar: no entiendo por qué se llama «Oficina de Empleo«, cuando en la realidad no le proporcionan trabajo a ninguno de sus inscritos. Lo único que hacen es llevar una estadística de los parados (sin empleo) que hay en la localidad, sellándole la papeleta a todo aquel que no acaba aburrido de hacer cola puntualmente cada mes para que se la sellen. En mi opinión personal, considero se debería denominar «Oficina Local de Estadística de Parados» porque eso es lo que hacen, y por lo tanto la función debería estar claramente indicada en la denominación de la institución operante.


A mayores, tampoco veo claro que la institución dependa de la Comunidad de Madrid, pues la aportación efectiva a su causa la hace la Concejalía de Empleo local, que proporciona cursos de formación gratuitos, y tira de la lista de empleo (entiendo) para colocar a funcionarios municipales que no estén vinculados a las diferentes contratas de servicios. Pues bien, si el Ayuntamiento de Majadahonda quisiera emplear a esa ingente cantidad de desempleados ociosos para completar servicios de áreas descuidadas por falta de recursos económicos (entiendo), como son la conservación de bosques como el Monte del Pilar, La Dehesa y los caminos o sendas del extrarradio urbano repletos de broza y escombros, contaría con el recurso necesario de mano de obra gratis, porque ya cobran el subsidio de desempleo (los que lo cobran, que no son todos).

Ahora voy a contar una anécdota sobre una conversación que tuve esta mañana a las 8 a.m., durante mi salida matutina por Majadahonda para caminar, con un borracho que yo conocí en su etapa activa, y que ante mi extrañeza por su aspecto deplorable de abandono en indumentaria y modales, cuando le pregunté si no tenía empleo, me respondió que «ni lo tenía ni lo quería», porque todos los meses le caía «by the face» (por la cara) una subvención mensual del INEM similar al sueldo que tenía en su etapa activa, y «sin dar ni chapa» (por tocarse los h*** todo el día), empleando sus mismas palabras. Se trata de un ex-camarero de hostelería, que aunque ya sabemos lo esclavizante que resulta esta actividad, con jornadas interminables, me resultó de indigno proceder, y todo como consecuencia del abuso extremo que determinados colectivos están realizando contra las esquilmadas arcas públicas. Mi propuesta en este caso va dirigida a la Concejalía de Empleo del Ayuntamiento de Majadahonda (o mejor, desempleo) para que tome cartas en el asunto, si su señoría el concejal no teme que le levanten su cómodo asiento municipal. Próximo capítulo: una propuesta para la Concejalía de Empleo del Ayuntamiento de Majadahonda. Próximo capítulo: «Los parados de Majadahonda tendrían que ser utilizados por el Ayuntamiento para conservar espacios forestales y recoger residuos»

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