
Fernando Almena
JULIA SÁEZ-ANGULO. Seguimos con la tercera parte de la entrevista con Fernando Almena, dramaturgo y escritor residente en Majadahonda. ¿Cómo nació su interés literario por el público infantil? –Comencé por el teatro porque, como autor, muy pronto comprendí su importancia para la infancia por sus grandes bondades, tanto del teatro para niños realizado por adultos como el hecho por aquellos. Me referiré en concreto a este último, que les ayuda a desarrollar la personalidad, a perder el miedo ante los demás y, por ende, la timidez, a mejorar su dicción y capacidad de expresión oral y corporal, a relacionarse con los demás por su poder socializante, a desarrollar la memoria y la comprensión, entre otros muchos beneficios, además de amar el teatro, del que serán sus futuros espectadores. Después, cuando mis hijos eran pequeños, entendí la necesidad de que los niños leyeran narrativa, y eso me animó, aunque para sorpresa de muchos, a los niños les gusta leer teatro, incluso no pocos me confesaron que lo preferían a la narrativa, lo que no es de extrañar porque el teatro va más al grano y todo lo pone su imaginación. Empecé escribiendo una novela corta y la presenté al Premio El Barco de Vapor, fui finalista y el jurado la recomendó para su publicación, cosa que la editorial SM no hizo porque tenía demasiados libros comprometidos. Esto me indignó bastante y decidí que el año siguiente lo iba a publicar porque iba a ganar el primer premio. Y así fue.

Julia Sáenz-Angulo
7. ¿Cuándo hay que iniciar a los niños en el teatro y por qué? –Desde pequeños, tres o cuatro años, con el juego teatral, para mí preferible al juego dramático, juego en cualquier caso y sin representaciones ante nadie. Al principio, los más pequeños van a su aire y es necesario que un animador o profesor los conduzca. Con el tiempo los niños tendrán unas intervenciones más directas hasta que la figura del animador desaparezca. Solo decir que no me gustan las representaciones de pequeños para mayor gloria de sus familiares y publicidad del colegio, tal que fueran monitos en carnaval, aunque haya tenido que asistir a algunas. Incluso cuando ya se valen por sí mismos como actores, me inclino porque las representaciones las hagan para compañeros de otras clases, y los adultos, en casa con sus maquinitas.




