
Debía ser la noche de un viernes, porque la plaza estaba llena de gente. Federico y yo llegamos cuando Manuel González, alma, corazón y vida del grupo musical Mestisay, nos esperaba en la terraza de la cervecería Alemana. En aquel tiempo, Manuel González y Olga Cerpa decidieron dar el salto a la Península. Después de recalar en Atocha 53, Manolo fue a vivir a la calle del Mesón de Paredes, haciendo esquina con la Plaza de Tirso de Molina, y Olga eligió un piso más modesto en el vecino Lavapiés, por la bajada o subida de Jesús y María, según se mire; pero, la verdad, no sé si eso fue antes o después.
El caso es que en Santa Ana nos pedimos unas cañas, cuando llegó rezagado Juan Fernando López Aguilar, que por entonces se «estrenaba» como diputado en las Cortes (Congreso de los Diputados) representando a la circunscripción de Las Palmas. Ya había tenido experiencia política en Madrid como director del gabinete del ministro Jerónimo Saavedra, tanto en el Ministerio de Administraciones Públicas como en Educación y Ciencia (1993-1996). Las copas ingeridas con moderación, y la cocacola, animaban la conversación, aunque Juan Fernando se había mostrado contrariado desde que llegó, porque en el diario «El País» se demoraban en publicar un artículo que les había enviado. Su queja era patente y esgrimía como argumento el agravio comparativo, porque él siempre se ha dado mucha importancia, como sabemos todos los que lo conocemos desde jovencito. El ministrable no daba crédito a que en «El País» relegaran su artículo y publicaran otros, que él consideraba de escasa o nula relevancia, como era uno que había escrito en aquellos días el conocido activista gay de origen canario Pedro Zerolo.
«No hay derecho» bufaba López Aguilar. «A cualquiera, y más si es gay, le ofrecen todas las posibilidades, mientras que a los heteros o machos que tenemos algo que decir nos dejan en lista de espera o simplemente se nos ignora». Esto lo decía la mano derecha o izquierda (nunca lo he sabido con certeza) del ministro Saavedra. La opinión de López Aguilar sobre la influencia homosexual en los medios de comunicación hispanos no era gratuita, pues, por su experiencia, sabía de sobra que existía connivencia, apoyo e incluso un incipiente lobby gay que alentaba la hermandad, aunque esta no fuera evidente para muchos. Ahí estaban los periodistas amigos, conocidos y entendidos que respaldaban las reivindicaciones más o menos desorganizadas de los homosexuales famosos y del famoseo general de entonces. Pedro Zerolo comenzaba también su carrera política en aquellos días y López Aguilar lo consideraba un rival que hacía peligrosa competencia al estar ambos en el mismo bando del partido. Próximo capítulo: Luis Antonio de Villena elogia el Outing: «una bella obra ligera»







Y ahora, Olga Cerpa, que sigue cantando, y grabando, vive en Majadahonda.
Ahora en Canarias preparando un musical sobre César Manrique que se estrena en septiembre