JULIA BACHILLER. La parroquia de Santa Catalina Mártir de Majadahonda rindió homenaje este lunes 14 de septiembre (2020) al patrón de la localidad en el día de su festividad. Y lo hizo en un ambiente solitario y con cierta melancolía provocada por la ausencia del homenajeado, el Santísimo Cristo de los Remedios. La decisión fue tomada por la directiva de la Hermandad del Cristo, aunque el Ayuntamiento, y más concretamente el concejal de Festejos, Eduardo González Camino, se ofreció para trasladarlo hasta la iglesia, algo que el párroco Juan Francisco Pérez Ruano mencionó al finalizar la eucaristía: “Agradecer a Eduardo como concejal de Festejos y a todo el Ayuntamiento su colaboración, él había ofrecido traer el Cristo en un camión para que estuviese aquí, pero la directiva pensó que para evitar cualquier problema era mejor que el Cristo quedase en la ermita”. Esas palabras las pronunció con voz apenada y emocionada, con las que concluyó: “simplemente me queda daros las gracias y al ayuntamiento por vuestra colaboración ya que en estos momentos tenemos una patrulla de la Policía Municipal y de la Guardia Civil fuera para que no haya ningún tipo de problema. Y como testimonio de gratitud simplemente quería darles un aplauso por el trabajo que han estado desempeñando”. Tras el reconocimiento de los asistentes a las fuerzas de seguridad y para finalizar, seguramente a muchos les resultó difícil contener las lágrimas ante una segunda petición: “Os voy a pedir una cosa, hoy es el día del Cristo, la ermita está cerrada pero desde los cristales de la puerta se ve al Cristo. Iros tranquilamente hoy, mañana o cualquier día y delante del Cristo pedirle que proteja a este pueblo. Ya lo hicieron nuestros antepasados cada vez que había una pandemia, poniéndose a los pies de su Cristo y pidiéndole que él acabe con ella. Es una cosa muy sencilla, es simplemente acercarse y pedirle “Señor, ayúdanos, no nos desampares”.


La homilía de Pérez Ruano comenzó dando una lección de Historia: «Esta fiesta hunde sus raíces en una antigua tradición, que es la del encuentro de Santa Elena, madre de Constantino, con la Santa Cruz. Fijaros que nos estamos remontando al siglo IV, después del edicto de Milán, fecha en que la iglesia deja de ser perseguida por el imperio Romano y a partir de la cual el emperador Constantino decide dar libertad de culto. ¿Por qué da libertad a la iglesia?. Porque en una batalla que tiene contra los bárbaros cree ver en el cielo una señal que dice: ”In hoc signo vinces«, o dicho de otro de modo, «con este signo vencerás». Inmediatamente manda grabar en todos los escudos de los soldados el signo de la cruz y gracias a ese signo de la cruz, vence. Y desde entonces va ligado intrínsecamente al hombre cuando tiene dificultades”.

Enlazando con la exaltación de la cruz continuó diciendo: “Cuando miramos al Cristo de los Remedios, con los brazos extendidos, es una pena que en el estandarte no se vean los brazos y que solo se vea el rostro. Y que este año no tengamos el Cristo aquí. Las circunstancias y la decisión de la Junta Directiva para que no hubiese ningún problema con los contagios lo ha obligado así. Es una pena que tengamos reducido el aforo, y que esta misa que todos los años se veía repleta de gente, este año hayamos tenido que reducirla a 180 personas. Sin embargo, mirad: la tecnología nos ayuda y lo que no podemos hacer presencial lo estamos haciendo a través de los medios de comunicación. Es la misericordia del Cristo de los Remedios con sus brazos abiertos, donde cabemos todos. Y donde él nos abraza a todos”.

Por último finalizó con la crisis sanitaria que estamos padeciendo: “Tenemos que perder el miedo, ese miedo que muchas veces nos atenaza y no nos deja caminar. Ese miedo que nos impide ponernos al servicio de los demás. Durante la pandemia hemos visto el testimonio de mucha gente que se ha jugado la vida: los sanitarios, los empleados de las residencias de ancianos, la Guardia Civil, la Policía... Habéis estado dando la vida por la gente, aunque a muchos les haya costado la vida. Es lo que ha hecho Cristo por nosotros y es a lo que se nos invita también a todos los que queremos seguir a Cristo: dar la vida. Y dar la vida es ponerse al servicio del otro, no tener miedo».

«Hay que ser prudentes y seguir todas las normas y todas las medidas que nos den, aunque no nos gusten y nos asfixien. Tenemos que ser obedientes, porque eso es entrar en la voluntad de Dios, pero al mismo tiempo tenemos que perder el miedo, porque si vivimos así nos puede sorprender el virus en cualquier momento. Hay mucha gente que se ha encerrado en casa y el virus les ha entrado por las rendijas. Tanto miedo, tanto miedo y al final el virus te visita en tu propia casa. No estamos nadie exentos del virus, tenemos que ser prudentes, pero no podemos dejar de vivir por miedo al virus”, concluyó.

 

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