GREGORIO Mª CALLEJO. 27 de mayo de 2018. Más o menos las dos de la tarde. En Majadahonda estaba concluyendo uno de los partidos de fútbol más malos e insoportables que ha conocido la historia. Un Rayo Majadahonda maniatado y desarticulado por el Cartagena se desesperaba viendo cómo era incapaz de hacer ni media ocasión de gol. Sudando a chorros vimos como un balón absurdo entró en la portería rival en el minuto 97; nos volvimos locos, el Rayo Majadahonda acababa de subir a 2ª División. La obra de Antonio Iriondo llegaba a su apogeo. Con dos premisas básicas (dejar a los jugadores hacerse valer de su propia inteligencia y confiar en su talento) Iriondo colocó a nuestro modesto club en estadios insólitos. Riazor, la Romareda, el Molinón, el Insular…. A nosotros, que tan acostumbrados estábamos a las mañanas madrileñas de transistor, bocata de panceta y rivales comprimidos en pocos kilómetros. De Tercera a Segunda en tres temporadas. Fueron años en los que el Rayo fue un pequeña naranja mecánica. En el Cerro no se veían esos toscos y sufridos partidos de Segunda B). Se veía buen fútbol, fútbol elegante. En una de las pocas conversaciones que tuve con Antonio me dijo que muchas veces tenía que trabajar con jugadores a los que otros entrenadores no les habían dejado “ser futbolistas”. Encorsetados a un rol muy concreto del que no debían salir, tenían miedo a la libertad. Antonio fue un entrenador, como dije en alguna ocasión, “ilustrado”. ¡Sapere Aude! Parecía que les gritaba a sus jugadores, como en aquel texto de Kant en el que explicaba cuál era la esencia de la Ilustración. ¡Haceros valer de vuestro propio entendimiento!


Sobre esta base ascendimos, sobre estas bases vimos como progresaba De Frutos (ahora en el Levante) de ser un chico incombustible y voluntarioso hasta ser un delantero fino, un jugador de primera. Sobre esta base conocimos a Carlitos un mago de 35 años que nadie entendíamos porqué no había jugado toda su carrera en primera división, al mejor Ayoub, a ídolos majariegos como Óscar Valentín, ahora en Vallecas. Y si, nos dimos el gustazo de ver pasar por el Cerro (y por el Wanda) al Zaragoza, al Depor, al Elche, a Osasuna, a tantos grandes en un año inolvidable. Antonio Iriondo deja una huella indeleble en el recuerdo de pequeña afición de un pequeño club. Creo que en realidad deja una huella indeleble en el fútbol. Un guiño al “se pueden hacer las cosas de otra manera”, se puede jugar muy bien al fútbol.

Gregorio Mª Callejo: día del Cartagena

El Rayo Majadahonda no pasa por un buen momento. Le he visto jugar muy poco este año. Empezamos bien, pero el equipo parece sumido en una crisis de juego y de gol. Antonio no ha dado con la tecla esta temporada. Se va, se va para ver si alguien puede encender una chispa que mueva al equipo y nos permita al final quedar entre los tres primero. Se va de una manera que le honra. Si se retira definitivamente se va un entrenador diferente, un tipo distinto, un entrenador -lector, conversador, con inquietudes. Ojalá pueda llevar a mis nietos alguna vez a un estadio que llevase su nombre y recordarles que nuestro Rayito, cuando mejor jugó (además de en ese futuro utópico que siempre imagino en Primera) fue de la mano de Antonio. ¡Hasta siempre Ruso!

El analista futbolístico de MJD en el Wanda


Gregorio Mª Callejo narra sus vivencias con Antonio Iriondo y su manera de ver el fútbol que tanto ha disfrutado en el Cerro y el Wanda

 

Majadahonda Magazin