
Miembros del Grupo pro Arte y Cultura de El Plantío, fundado por Mayte Spínola, han visitado la ciudad y disfrutado de sus maravillas, incluidas las delicias de su gastronomía turca y otomana, vecina de la árabe. La jornada anterior visitaron Santa Sofía, la mezquita Azul y la de Soleimán, pero la segunda jornada ha ido por otros derroteros. El recorrido por el palacio de Topkapi requiere toda una mañana para recorrer con atención y calma todos sus recintos, desde la sala de Embajadores a las cocinas, pasando por el harem, la biblioteca y la pinacoteca. Esta última acoge los retratos de los sultanes y diversas miniaturas, le falta luz. Los libros antiguos con sus coloreadas miniaturas dibujadas están hoy en la biblioteca universitaria de Estambul. El lujo asiático se percibe en la belleza de los azulejos en los zócalos y cúpulas de Topkapi. Allí donde había cúpulas residía el poder. La sala de armas acoge actualmente las dos piezas emblemáticas de Topkapi: el gran diamante en forma de cuchara y el puñal del sultán. La sala del Tesoro está actualmente en obras -diversos monumentos lo están parcialmente. La colección de armas, armaduras, cascos, cotas de malla, mazas y demás variedades muestran que, detrás de ellas, se desplegó una gran cultura y civilización. El pabellón del harem y la reina madre respira lujo y encierro al mismo tiempo, los altos muros de los patios impiden a las mujeres –siempre tentación sensual para los hombres– contemplar el Bósforo o divisar varón alguno, salvo los eunucos, en su mayoría negros africanos. De esa manera se aseguraba la descendencia del sultán con toda legitimidad. El Derecho Romano ya lo advertía: pater semper incertus [el padre siempre es incierto].

Los cafés y las terrazas parecen urdir el tejido urbano de Estambul, un café turco fuerte y bien hecho, aromático y con algunos posos para leer en ellos el futuro. Si non è vero e ben trovato [Si no es verdad está bien contado]. Turquía es un país islámico pero no se ven tantas mujeres veladas con pañuelo o burka, y las que se ven, aseguran los nativos turcos, que son de los Emiratos. Recordemos que el Islam pide a las mujeres guardar sus encantos para su marido y que esos encantos en origen eran más los senos que la cabeza. ¿Cómo no defender a las mujeres de un burka que va contra su vista y la toma de vitamina D del sol abundante en sus países de origen?. La Organización Mundial de la Salud (OMS) debiera decir algo al respecto. Porque lo más indignante del asunto es que ellos, sus esposos o varones acompañantes, van completamente vestidos a la occidental, sin chilaba, con vaqueros y camisetas de marca capitalista. Es todo un agravio comparativo entre varones y hembras.






