EL PASEANTE INQUIETO. Mi compadre, incansable, vuelve a la carga: —¡Don Armando!, ¿qué pasa con el asfaltado? —Pero si me he afeitado esta mañana… Sonreímos, lamentando que no se nos enseñara morse o tantán en la escuela por si los confinamientos. —Digo que, si cuando termine la pandemia, ¿nuestros gobernantes van a asfaltar las calles? —Pues claro que les van a faltar calles, ¡y carreteras!, para el maratón del Gobierno español. Anda que no está cabreado el personal… Es inútil, no hay manera.

Me quedaré con lo que deduje de los encontronazos entre los ciudadanos en la prensa majariega, a cuenta de que los mandamases del Ayuntamiento de Majadahonda quieren asfaltar calles por un presupuesto de 4,5 millones de euros, a lo que algunos se oponen ya que ayudar a los autónomos, pequeños industriales y atender otras necesidades tiene mayor lógica y requiere más perentoria atención. Mas otros argumentan que el 91,5% de esa cantidad lo pone la Comunidad de un remanente existente y el 8,5% restante el municipio, y si no, se pierde, y que por esa minucia no van a desperdiciar la ocasión, con la que está cayendo y la que nos viene cantada. —Pero si es así, ¿por qué no lo dicen —preguntaba uno de los opinadores—, para arrogarse todo el mérito ellos?

Podría ser, pues la presuntuosidad de los políticos, por mor de su condición de deidades, supera a la común ciudadana. Además, si las cifras son esas que he leído, ese 8,5 % lo pueden compensar los consistoriales electos rebajándose una miaja su sueldo y el de consejeros y asesores, o suprimiéndolos, excepto que carezcamos de funcionarios expertos. —¿Usted qué opina de lo que le pregunté, don Armando? —se desgañita, insistente, mi compadre. —Ni idea, que antes no le oí, pero sí le digo que, como siga el encierro, para que entre los vecinos nos oigamos, el gobierno va a tener que comprarnos trompetillas a los españoles, que para sonotones no le va a dar el Presupuesto. Y digo yo, ¿no sería más barato aún que nos comprara matasuegras?. Fin.