Inmaculada Casas, coordinadora de la red Relecov desde el Centro Nacional de Microbiología (CNM) de Majadahonda

LIDIA GARCIA. «Los detectives de las nuevas variantes del coronavirus» es el reportaje que ha publicado el periodista Pablo Linde en «El País» este 11 de octubre de 2021 en el que cuenta que una treintena de hospitales españoles analiza aleatoriamente la secuencia genética de las muestras positivas para detectar la amenaza más temida: mutaciones que escapen a las vacunas o hagan la covid más letal. Y en el artículo hay una protagonista científica que trabaja frente al Cerro del Espino: Inmaculada Casas, coordinadora de esta red (llamada Relecov) desde el Centro Nacional de Microbiología (CNM) de Majadahonda. «Los resultados que extraen el Hospital de La Paz y otros 35 hospitales de España se vuelcan en una inmensa base de datos abierta a todos los científicos del mundo que trabajan en la covid para poder comparar los linajes de coronavirus, cómo evoluciona y si en algún momento puede suponer un peligro. Inmaculada Casas explica que están especialmente atentos a la espícula, que es donde se van a unir los anticuerpos neutralizantes y resulta clave para la eficacia vacunal. “Pero realmente el virus es como una máquina, cada uno de sus genes puede funcionar de una manera y generar mutaciones que le permitan, por ejemplo, mayor adaptación al hospedador”, añade. Aunque ya se hacían secuenciaciones genéticas en España desde prácticamente el principio de la pandemia, la red se puso en marcha entre finales de 2020 y principios de 2021, cuando la variante alfa entró en el país. Por entonces, la Comisión Europea pidió a los Estados que analizaran aleatoriamente al menos entre el 5% y el 10% de los positivos. “Es lo que los epidemiólogos estiman suficiente para detectar una nueva variante que esté circulando, ya sea por una mutación o una importación”, asegura Casas.


Pablo Linde

«Cuando los epidemiólogos pronostican la evolución de la pandemia de covid, la mayoría asume que la enfermedad se quedará con nosotros, creando olas (o brotes) cada vez menos letales gracias a las vacunas y a la inmunidad natural adquirida después de millones de contagios. Pero casi todos ponen una coletilla parecida a esta: “A no ser que una nueva variante lo ponga todo patas arriba”. Es una posibilidad que no ven muy probable, pero que ninguno se atreve a descartar. Los laboratorios de cientos de hospitales de todo el mundo trabajan analizando la evolución genética del virus para detectar cualquier mutación que pueda dar un nuevo giro de guion a la pandemia. Son una cara menos conocida de la lucha contra el coronavirus, el termómetro de las olas: los primeros que advierten que la tendencia en los resultados de las pruebas cambia», concluye el periodista.

Majadahonda Magazin