LIDIA GARCIA. El periodista que más investigó el crimen de las niñas de Alcasser, Juan Ignacio Blanco, murió a los 63 años víctima de un cáncer de colon y afectado de otro de pulmón, tras 45 años de fumador, de los que fue tratado en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda. Este mismo 4 de julio de 2019 su grupo de amigos hacía pública la segunda parte de una carta desde el hospital donde daba cuenta de su enfermedad. Uno de ellos, bajo el título de «Don Juan Ignacio Blanco en lucha contra el cáncer«, pedía «un aplauso a este señor: independiente de su carrera y lo que hizo, me parece todo un ejemplo de valentía y lucha contra la adversidad. En lo personal y profesional. Contaré una anécdota apropiada para el momento: contaba Juan Ignacio en una entrevista que a finales de los noventa, atravesando el control de un aeropuerto, le pitó el chivato del detector de objetos metálicos. Un guardia civil se acercó a cachearle, pero fue increpado por su compañero. –A este no le cachees, lo que suenan son sus cojones, que los tiene muy grandes.


«Y efectivamente, menudos cojones le echa, mi máximo respeto, me remito a sus palabras», concluye su admirador. Su tesis era que varios altos cargos políticos y económicos silenciaron el fondo de la investigación del triple crimen de Alcasser. Las razones procedían de un «chivatazo» o «intoxicación» de un ginecólogo estafado por varios de ellos. La revista «Interviú» lo investigó a conciencia y, desmintiéndolo, confirmó los nombres que Juan Ignacio Blanco había mencionado en el célebre Mississippi TV de Pepe Navarro, provocando un seísmo mediático de dimensiones descomunales. El bloguero de «La Web de las Sombras« recopiló la historia de esta investigación y un reciente documental de Netflix lo rescata. Esta fue la carta de despedida:

«HOY TOCABA QUIMIO«. El otro día, cuando me «lamentaba» de perder el pelo -otra vez- y vosotros me animábais diciendo que el pelo no es importante porque vuelve a crecer, me di cuenta que ninguno conocía mi guerra contra el cáncer. Como desgraciadamente es tan larga, os la iré contando por partes. En junio de 2015 -hace algo más de dos años- me detectan un cáncer de colon y los oncólogos del Hospital Puerta de Hierro de Madrid deciden someterme a tratamiento con quimioterapia y radioterapia para rebajar el tamaño de tumor antes de intervenir y extirparlo quirúrgicamente. Después de cuatro meses de tratamiento, el 17 de noviembre de 2015, fui operado por el cirujano Dr. Arsenio Sánchez Movilla, quien extirpó completamente el tumor y me realizó una ileostomía. (Una apertura en la barriga por donde sacan la parte terminal del intestino delgado, para que puedas defecar en una bolsa. Esto se realiza porque hay que tener cerrado el intestino grueso hasta que cicatrice totalmente después de la operación, dado que si las heces pasaran por allí mientras la herida está abierta, se infectaría).

La operación fue un éxito y durante los dos meses posteriores continué con el tratamiento de quimioterapia, con la misión de acabar con aquellas células cancerígenas que se hubieran podido desplazar a otras zonas. A finales de enero de 2016 me realizan un TAC para comprobar si el recto ha cicatrizado perfectamente y me pueden volver a operar para cerrarme la ileostomía y quitarme la bolsa. El resultado del TAC es que el recto había cicatrizado perfectamente pero tenía un nuevo tumor de 4 centímetros en el hígado. Los oncólogos me derivan al cirujano hepático y este me somete a una resonancia magnética donde se descubre que no tenía un tumor en el hígado sino dos, este último de tan solo 9 milímetros pero muy cercano a la arteria hepática.

Dr. Arsenio Sánchez Movilla

Dada la aparición de estos dos tumores metastásicos en el hígado, los oncólogos deciden realizarme la prueba del PET, cuyos resultados demuestran que tengo un nuevo tumor, esta vez en el pulmón izquierdo. En ese momento, los oncólogos deciden que no es recomendable practicarme ninguna intervención más, dado que los tumores iban a volver a reproducirse, y toman la terrible decisión de someterme a tratamientos paliativos (ayudarme a morir dignamente). Y a partir de ese momento, yo empecé a luchar con todas mis fuerzas para demostrar a los oncólogos que estaban equivocados y que el cáncer no sabía con quién se había metido. Continuará… Faltan tres intervenciones quirúrgicas más, 28 días en Urgencias, 24 días en la UCI, un coma inducido… Como veréis yo tengo claro que el pelo no es NADA importante. Os quiero a todos.»

SEGUNDA PARTE: «LA GUERRA CONTRA EL CANGREJO». Gracias a la ayuda de una amiga del alma, he podido recuperar el texto. Espero que no vuelvan a borrarlo. Ayer nos habíamos quedado después de una intervención quirúrgica para extirparme el cáncer de colon, con una bolsa en la barriga para defecar, dos tumores metastásicos en el hígado, un tumor en el pulmón izquierdo y un grupo de oncólogos que habían decidido darme tratamientos paliativos. Es el mes de marzo de 2016. Como es lógico yo no me resigné a una muerte segura y presioné, presioné y presioné hasta que mis oncólogos claudicaron y decidieron derivarme al cirujano torácico para que éste me convenciera de que operar no iba a servir para nada. Mi consulta con el Dr. David Gómez de Antonio abrió un rayo de esperanza. Me dijo que entendía que con el estado de mis pulmones, enfisematosos de 45 años de fumar, no iba a soportar la operación. Pero, ante mi insistencia, me mandó una prueba de esfuerzo y se comprometió a que si la superaba, el me operaría. Como podéis imaginar mi actitud en esa prueba de esfuerzo fue tal, que el enfermero que la realizaba me decía: «no hace falta que vaya tan deprisa, que le va a dar algo», y yo le contestaba, asfixiándome. «es que me estoy jugando la vida». Cuando terminé la prueba le pregunté al enfermero, «¿que tal?» y me dijo: «has aprobado con nota».

Dr. David Gómez de Antonio ©Redacción Médica

Yo no cabía en mi mismo cuando acudí con los resultados a la consulta del cirujano torácico. El Dr. Gómez de Antonio, fiel a su palabra me dijo que me operaría pero había una condición. Durante la intervención habría un patólogo en el quirófano. Se tomaría una muestra del tumor y se analizaría en el momento. Si el tumor resultaba ser una metástasis del cáncer de colon, cerraría y no operaría. Si el tumor fuese un primario de pulmón, es decir, un cáncer de pulmón independiente del de colon, intervendría y lo extirparía. El 21 de mayo entré en el quirófano sabedor de que la suerte iba a decidir mi futuro. Cuando tras cinco horas y media de operación abrí los ojos en la UVI y me noté lleno de tubos y vías me llevé una de las mayores alegrías de mi vida. Me había operado, lo que significaba que era un cáncer de pulmón. Ocho días de postoperatorio y a casa. Pero tardé poco en volver a Urgencias, el 2 de junio. El aparato electrónico de drenaje con el que me había ido a casa estaba funcionando al revés. En lugar de sacar aire y líquido del pulmón operado (me habían quitado entero el lóbulo superior del pulmón izquierdo) me estaba introduciendo aire en el cuerpo hasta convertirme en un auténtico «monstruo» como comprobaréis en la foto del siguiente post.


Dr. José Luis Lucena de la Poza ©Foto Turrión

Afortunadamente, ese problema se solucionó en un par de días de hospitalización. Al salir comenzamos de nuevo con la quimio para rebajar de tamaño los tumores hepáticos, porque tras el éxito de la operación de pulmón, los oncólogos decidieron remitirme al cirujano hepático para valorar la posibilidad de operar. En este caso el cirujano, Dr. José Luis Lucena de la Poza, estuvo de acuerdo con operar. Primero el tumor pequeño y después el grande y en la misma operación cerrar la ileostomía y quitarme la bolsa. El 19 de julio me sometieron a una novedosa operación por radiofrecuencia para quemar el tumor pequeño que estaba situado en una zona muy profunda del hígado. La operación fue un éxito. Lo que no iba tan bien era la quimioterapia.

Dr. David Gómez de Antonio

El 10 de septiembre tengo que ingresar en Urgencias con un fallo renal agudo. Tres días después me dan el alta. No tardo en volver a Urgencias, esta vez en ambulancia con sirena el 17 de septiembre. Y esta vez tuve que estar ingresado hasta el 1 de octubre. Mi situación era la siguiente: toda la boca hecha una llaga ensangrentada que requirió tratamiento con morfina durante todos los días que estuve ingresado; deshidratación, hipo persistente durante 6 días sin parar pese a medicación; infección desconocida con la que no podían los antibióticos (utilizaron 16 tipos distintos), y diarrea. Tuvieron que colocarme un catéter en vía central para alimentarme de forma parenteral. Y tuve una arritmia que tuvieron que solventar con las palas de un desfibrilador (esas que salen en las películas y dan descargas eléctricas en el pecho). Cuando me dieron el alta, el aspecto que presentaba al llegar a mi casa es el que podéis ver en la foto: 48 kilos de peso. Continuara… Todavía falta una intervención quirúrgica, un coma inducido y muchas malas noticias. Os quiero con todo mi corazón.

Juan Ignacio Blanco (der) con un padre de una niña de Alcasser

CHANGE.ORG. Premio Nacional de Reconocimiento Laboral por su gran vocación profesional como periodista y criminólogo. Juan Ignacio Blanco destapó uno de los casos más tenebrosos y negros de la historia de España: el fatídico caso de las niñas de Alcàsser, en 1993. Su protesta y rebeldía, por tan mala praxis de la justicia, terminó de alertar a la sociedad española, poniéndonos a todos en guardia ante unos hechos tan inaceptables y que nada tiene que ver con el buen funcionamiento de las fuerzas de orden público a las que él siempre defendió; sino a la extraña forma en la que están dirigidas y orientadas, dándonos al menos a la sociedad responsable una oportunidad para reaccionar o estar precavidos ante esta ruleta rusa que parece ser el funcionamiento de la justicia española. Todo esto no es objeto y noticia de esta humilde opinión, de hecho no cabe posibilidad alguna de relatar con un mínimo de rigor tan dilatada y heroica batalla en la misma. Aunque las armas de las que se valió si se podrían resumir en una línea: integridad incorregible, decencia, amor por la verdad y responsabilidad profesional. En un mundo normal y cabal, también otros medios “deberían” hacerse eco de esta lucha encarnizada que está librando este merecido héroe nacional de principios inquebrantables y en peligro de extinción. Firma.

Majadahonda Magazin