«Cada vez que compramos, visualizamos, visitamos, comentamos, descargamos o usamos cualquier aplicación, también estamos “votando”, declarando, de esta manera, nuestra afinidad o afiliación por una marca y por su producto… por una idea. Esta interacción virtual con las empresas y organizaciones de Majadahonda, definen y delimitan su función, organización e intenciones en nuestro municipio. Sus intereses y los nuestros deben ir a la par».

ALBERTO VERA GUARDIOLA. (Majadahonda, 29 de octubre de 2025). La Gobernanza de las Redes en Majadahonda. Hay que reconocer que es complicadísimo caer bien a todo el mundo, no cometer ninguna fechoría medioambiental o ética, proporcionar servicios y productos beneficiosos y, además, enriquecerse por el camino. En Majadahonda existen infinidad de empresas tratando de vendernos sus productos y, como en todos sitios, un diálogo entre estas y sus clientes, que se produce, principalmente, en el mundo virtual, digital… en las redes. Toda organización se ve obligada a transmitir información sobre sus intenciones. Las encontramos en sus páginas web con distintos titulares: “Declaración de objetivos”, “Filosofía de la empresa”… Los más modernos lo encabezan con un “¿Quiénes somos?”. Se trata de transmitir, a través de un elaborado escrito, una concordancia entre los valores y propósitos organizacionales o empresariales y aquellos expuestos en la Constitución. Es decir, deben convencernos de que ofrecerán un buen servicio a la sociedad y de que actuarán en congruencia con los valores universales. Esa congruencia se torna cada vez más difícil, a causa de la globalización de la información y de su instantaneidad. Hay que reconocer que es complicadísimo caer bien a todo el mundo, no cometer ninguna fechoría medioambiental o ética, proporcionar servicios y productos beneficiosos y, además, enriquecerse por el camino. Asimismo, existe una batalla descarnada entre las marcas, una competitividad febril, un esfuerzo por desprestigiar al oponente que deforma, todavía más, el mensaje.

Alberto Vera

DISPONEMOS DE UNOS PROGRAMAS QUE NOS ALERTAN CUANDO SE MENCIONA NUESTRO NOMBRE O A NUESTRA EMPRESA EN LAS REDES. Ignorar un mensaje negativo, sea veraz o no, puede destruir la reputación de cualquiera en cuestión de minutos. Conocedores de este problema, los departamentos de relaciones públicas de todas las organizaciones tienen la obligación de diseñar un Plan de Crisis para cada posible escenario desfavorable. En este, se planifica con detalle la actuación deseable, previendo todos los posibles escenarios y, también, la acelerada creación de unos gabinetes o comités de crisis. El equipo dispondrá de un centro de control y de agentes internos y externos que, según el tipo de crisis, trabajarán duro para devolver el lustre a la preciada imagen. Entonces, contraatacarán lanzando mensajes a través de todos los medios de comunicación a los que tengan acceso. Es decir, expondrán su intachable gestión y sus bondades con el medio ambiente, con sus trabajadores, etc. Los más pudientes contratarán a algún laboratorio “independiente” para que unos científicos a sueldo proporcionen estudios favorables, como han hecho siempre las petroleras y las marcas de los refrescos más conocidas, por ejemplo.

EN LA POLÍTICA, LA PUBLICIDAD SE LLAMA PROPAGANDA. Solo cambia el producto que, en este caso, es ideológico. Exactamente lo mismo sucede con los partidos políticos y con los personajes que los componen. En la política, la publicidad se llama propaganda. Solo cambia el producto que, en este caso, es ideológico. Si el partido forma parte del ejecutivo, lo harán con nuestro dinero. Ni empresas, ni políticos pueden alterar (tergiversar, deformar, desdibujar, manipular, etc.) dolosamente la verdad. En definitiva, nuestra percepción mediada de las organizaciones depende más de su estrategia de comunicación que de la calidad de sus productos o servicios. Si recorremos el pasillo de las galletas en el supermercado, casi la totalidad de ellas no ofrecen buen alimento y contienen desaconsejables ingredientes, algunos, directamente tóxicos o carcinógenos. Nosotros compraremos aquellas que llaman la atención de nuestros hijos, porque las marcas han gastado una millonada en un spot publicitario que se repite antes y después de sus programas televisivos favoritos o porque patrocinan a su equipo de fútbol. Lamentablemente, la política funciona de forma muy similar. Cientos de asesores calculan el clima social y qué es lo que está de moda para lanzar sus mensajes y provocar una especie de hipnosis colectiva. Existen límites muy difusos entre lo que es una publicidad engañosa y, por tanto, sancionable y aquella que solo pretende persuadir.

LA PROMOCIÓN ES ABSOLUTAMENTE LÍCITA. ES LEGAL, ÉTICO Y NECESARIO PUBLICITAR UN PRODUCTO. Sin embargo, ese escandaloso desembolso podría haberse permutado por calidad y por verdadera información. A estas alturas del siglo XXI y conociendo la manipulación sufrida en todo conflicto mundial, en todas las elecciones políticas y en casi toda campaña publicitaria, si todavía cuela, no es culpa suya, sino nuestra. Existen límites muy difusos entre lo que es una publicidad engañosa y, por tanto, sancionable y aquella que solo pretende persuadir. De la misma manera, cuando un mensaje se hace viral, no suele ser porque una autoridad en alguna materia nos exponga, documentada y detalladamente, un tema relevante. La calidad del contenido no importa. Una persona puede hacerse famosa lamiendo la tapa de un inodoro en un vuelo comercial y en plena pandemia (no es un ejemplo inventado), dando lugar a la sorprendente práctica del coronavirus challenge.

INTERNET ES EL MEDIO DE COMUNICACIÓN CON MÁS AUDIENCIA y un escaparate muy representativo de lo erráticos y manejables que podemos ser. Bien utilizado, implica la unión y colaboración de todo el planeta. De otra manera, se convierte en la herramienta más eficiente para la manipulación colectiva que ha existido jamás. No nos engañemos, cada vez que compramos, visualizamos, visitamos, comentamos, descargamos o usamos cualquier aplicación, también estamos “votando”, declarando, de esta manera, nuestra afinidad o afiliación por una marca y por su producto… por una idea. Esta interacción virtual con las empresas y organizaciones de Majadahonda, definen y delimitan su función, organización e intenciones en nuestro municipio. Sus intereses y los nuestros deben ir a la par.

 

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