MANU RAMOS. «El suicidio en 2017: 3.679 muertes. Dos veces más muertes por suicidio que en accidente de tráfico; once veces más que por homicidio y 72 veces más que por violencia de género. 286 suicidios juveniles. 8.000 intentos. Fuente: INE y Teléfono de la Esperanza. Fecha de Publicación: 19 de Diciembre de 2019″. La revista de religión «Alfa y Omega» ha relatado en un reportaje titulado «Inteligencia artificial contra el suicidio juvenil» la muerte de una joven «influencer» de Majadahonda a la que no pudieron ayudar porque nadie detectó por lo que estaba pasando. Y ahora un algorritmo ayuda a identificar estos casos. Ocurrió hace ahora 2 años y quizás la lectura de este artículo pueda salvar algunas vidas, toda vez que el mayor riesgo que se denuncia es invisible y se llama «silencio».

«Llevaba una vida perfecta. Comidas en restaurantes de lujo, viajes a París, paseos en barco, conciertos con amigas… pero todo se desvaneció cuando la modelo e influencer, de 27 años, se ahorcó con una sábana en su casa de Majadahonda hace ahora dos años. El suceso conmocionó a los cerca de 300.000 seguidores de la joven, que no se explicaban cómo alguien con una vida de color de rosa se suicidaba. Pero ella misma había revelado semanas antes, en Instagram y WhatsApp, los sentimientos que posteriormente le abocaron a quitarse de en medio. En un vídeo en Instagram que tan solo estuvo disponible unas horas –no se podía permitir dejarlo de forma permanente, su reputación de chica feliz que esperan las marcas comerciales se hubiera ido a pique–, la joven confesó entre lágrimas que su vida no era tan perfecta como aparecía en las fotos y que su trabajo consistía precisamente en idealizar su día a día. De hecho, la modelo grabó el vídeo desde el aparcamiento del concierto al que decía en sus redes sociales que había acudido con amigas. En realidad, había asistido sola, con su fotógrafo, para buscar la imagen perfecta y simular una vida de ensueño. La segunda voz de alarma llegó en forma de guasap. Fue uno de los últimos que envió antes de morir. Se lo escribió a una amiga a la que le confesaba que era «todo fachada» y que se sentía «sola»», describe Alfa y Omega.

Y añade: «En el mismo año, el 2017, otros cerca de 300 jóvenes se suicidaron en España según el Instituto Nacional de Estadística, lo que representa un 9 % más que el año anterior. De hecho, en este segmento de la población, el suicidio es la principal causa de muerte, solo por detrás de los tumores. A este ascenso parece haber contribuido, de alguna forma, el abuso en las redes sociales. Según un estudio llevado a cabo en el hospital universitario Sainte-Justine de Montreal, en Canadá, existe una conexión entre el tiempo que los adolescentes pasan en la redes sociales, o viendo la televisión, y el aumento de los síntomas de depresión. Sin embargo, comparado con el total de suicidios en España –3.679 personas muertas–, los casos que afectan a la gente joven (hasta los 29 años), tan solo representan el 10 % del total. A pesar de ello, en la ONG Teléfono de la Esperanza, fundada en 1971 por el hermano de San Juan de Dios Serafín Madrid y que se dedica, entre otras cosas, a prevenir el suicidio, están preocupados por estas cifras porque «hemos constatado con inquietud que la gente joven ya no llama por teléfono. Eso hace que nuestra capacidad de ayuda en este rango de edades se vea limitada de alguna forma», reconoce el secretario general de la ONG, José María Sánchez Orantos, en conversación con Alfa y Omega. Hoy la juventud española se desenvuelve principalmente en un contexto digital, donde la llamada telefónica ha perdido relevancia y ha dejado paso a las notas de voz y a los mensajes en WhatsApp, Twitter y otras muchas redes sociales».

Por último concluye: «Esta distancia relacional y comunicacional entre el Teléfono de la Esperanza y los jóvenes, se ha visto acortada por un puente digital en forma de algoritmo que han construido de forma altruista entre las empresas Publicis España, WYSIWYG* y AP Exata, y que permite identificar perfiles en las redes sociales con síntomas de depresión de alto riesgo. «Todo surgió de un miembro de nuestro equipo que se quedó impactado ante el mensaje de desesperación que un joven había lanzado en redes sociales antes de suicidarse», explica Paco Mendoza, CEO de Publicis España. «Aquel chico había gritado al mundo, a través de internet, por lo que estaba pasando y la sociedad no había sido capaz de identificarlo. Precisamente, nosotros siempre decimos que la revolución digital, cuya parte comercial trabajamos mucho, siempre tiene que ayudar a las personas. Por eso, decidimos actuar». Lea el reportaje completo

Majadahonda Magazin