LADY MARY. Entré a trabajar hace en Maisons du Monde Majadahonda, y al principio todo fue maravilloso. Contrato de veinte horas como cajero, un sueldo bastante decente y unos compañeros bien majos. Lo único malo fue que en pleno agosto el aire acondicionado dejó de funcionar. Tocó trabajar a 35 grados durante prácticamente todo el mes, cuando el máximo legal son 27. La empresa alegó durante todo este tiempo que el sistema de aire acondicionado se estaba reparando, pero durante tres semanas del mes de agosto la temperatura no bajó de los 30. Los clientes se quejaban, y con razón. Muchos entraban en la tienda y se iban tal cual porque el calor era asfixiante. Las ventas bajaron, ¿y a quién le echaron la culpa? A los vendedores que buscaban desesperadamente clientes que atender bajo un calor infernal. Ahí aprendí que el mea culpa no estaba muy extendido en esa empresa. Mi formación también me demostró que debería haber entrado a trabajar ya enseñada por un ente divino o algo así. Después del primer día todo fue impaciencia y dramas por parte de mis responsables.


A la semana ya me recriminaron que no supiera hacer el procedimiento para retirar pedidos, procedimiento que el día anterior la misma responsable adujo ante otra que «todavía» estaba muy verde para ponerme a ello. Empecé a pedir ayuda a los compañeros para solucionar mis dudas, debido a que si encima preguntaba a los responsables ellos me respondían que ya debía saberlo (repito, sin explicación previa). Y gracias a mis compis, conseguí pasar el periodo de prueba. La chica con la que entré , una vendedora amable, muy atenta con el cliente y que encima dominaba idiomas, no lo consiguió. La echaron al mes por un motivo que nadie supo comprender. Más tarde me di cuenta de que el tiempo medio de permanencia en la empresa es de 3 meses. Hay tanta rotación dentro de la tienda que los pocos indefinidos me aseguraban que no querían encariñarse con los nuevos porque la mayoría no duraban. Podéis imaginar la sensación que eso transmite, porque la mayor parte de los que echaban era gente trabajadora, profesionales en el trato al cliente cuyo único pecado fuera, quizás, no entrarle por los ojos a la jefa de turno. Decir que pierdes el interés en esforzarte en el trabajo es quedarte corto, porque te das cuenta que, por mucho que hagas, no depende de ti el quedarte. Aun así, yo conseguí quedarme durante un año.

La primera vez que me renovaron por 6 meses me llevé una alegría enorme. Empezaba ya la campaña de Navidad y el ajetreo en la tienda era importante. Pero cuanto más gente venía, mayores eran las quejas. Primero sobre la calidad de los muebles, que por cierto, es de risa. Estás pagando el diseño, no su supuesta calidad. Es mejor la de Ikea. Yo he visto vender muebles de exposición, textiles y menaje con importantes daños sin que a nadie se le cayera la cara de vergüenza. Luego venía el cliente a devolverlo y tenía que salir yo a dar la cara y decir que no se podía en ese estado, con la consiguiente indignación del cliente y su reclamación. Pero los muebles pedidos en tienda o por la web no están en mejor estado. Aun siendo nuevos, da vergüenza cómo les llegan a veces a los clientes. Próximo capítulo: «Un trabajo convertido en un infierno».  

La bloguera Lady Mary (@ladymaryblog1) se define como «jovenzuela de veintitantos inviernos, lectora compulsiva, intento de blogger y fanática del café (toda una ave nocturna) en https://leyendasdeladymary.blogspot.com/ y como «adicta (muy adicta) al café y aprendiz de escritora, seriéfila, cinéfila e intento de blogger, estudiante y admiradora de la gran e inigualable Agatha Christie. Muy enamorada de la vida, de mi chico y de mi perrita Thelma, lo más adorable de este mundo».

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