«Los perros son facilitadores para que los niño/as con autismo contacten con su entorno porque ayudan a crear un contexto donde “aumenta su sensación de confianza, la empatía aflora y se abren las puertas a la comunicación con los terapeutas y otras personas”, explica Carla Valverde, psicóloga clínica infanto-juvenil del Centro de Salud Mental de Majadahonda (Madrid)«. La periodista Carolina Pinedo cuenta en un reportaje publicado en el diario El País como «el vínculo que se crea entre un niño/a con autismo y un animal llega donde no lo hacen las palabras. Los beneficios de esta mágica interacción que se crea en la convivencia entre un niño/a con autismo y un animal en el ámbito de su hogar se han trasladado al ámbito terapéutico para trabajar en la Terapia Asistida con Animales (TAA), que suelen ser perros o équidos, como los caballos y los burros. Aunque puede haber excepciones, en que el niño/a rechace el acercamiento al animal porque le genere miedo o tensión, lo habitual es que de manera paulatina “se cree una relación natural entre ambos donde surge la comunicación, aunque sea no verbal.

Un marco donde (en este caso) el perro facilita una interacción, porque los niños no se sienten intimidados ni perciben que se invada su espacio, sino que todo fluye con espontaneidad”, explica Begoña Morenza, directora de la Organización Yaracán, dedicada al desarrollo de programas profesionales de intervenciones asistidas con perros en entornos terapéuticos y educativos, uno de cuyos programas se centra en niños con trastornos del espectro autista, que celebró el lunes 2 de abril su día mundial. Leer más.

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