Teresa León fue compañera inseparable de Rafael Alberti durante casi medio siglo.

NURIA LANZA. «La vuelta a España devolvió una María Teresa ya afectada por el mal del Alzheimer, pero que, antes de ser internada en la clínica Ballesol de Majadahonda, en donde permaneció casi olvidada los últimos años de su vida, dejó un nuevo libro, su cuarta biografía novelada. Esta vez fue sobre Cervantes y titulada ‘Miguel de Cervantes, el soldado que nos enseñó a hablar’, publicada en Madrid en 1978. La biografía, dividida en 17 secuencias, narra la vida del escritor desde su nacimiento hasta su muerte. Y acerca su figura de forma muy personal. María Teresa fue siempre muy cervantina y su amor a la figura del autor del Quijote la llevó a escribir otros textos anteriores, como un guión radiofónico titulado ‘La madre infatigable’, sobre la madre de Cervantes. O un sugestivo artículo, “Algo sobre la verdadera Dulcinea del Toboso”, que presenta a Dulcinea como el más hermoso mito de la literatura española. La biografía de Cervantes fue el último homenaje que María Teresa dedicó a Miguel, al soldado que nos enseñó a hablar. María Teresa murió un frío mes de diciembre del año 1988. Sus restos reposan en un blanquísimo cementerio de Majadahonda. En su lápida figura este verso de Rafael Alberti: “Esta mañana, amor, tenemos veinte años”. La semblanza de Maya Smerdou Altolaguirre en la Real Academia de la Historia es citada en el periódico El Mirón de Soria, recordando así los últimos años de la escritora María Teresa León.Y es que Expoesía de La Rioja y Soria ha hecho que vuelva a estar de actualidad ella y su obra ‘Cantar de la luna vacía’.


«El cuaderno fue presentado durante las actividades del festival ‘Agosto Clandestino. Poetas en La Rioja’ el pasado 2 de agosto, en Logroño. Los asistentes a la siguiente presentación, que tuvo lugar en Soria el día 10, se llevaron un ejemplar del cuaderno clandestino de manera gratuita mientras disfrutaron de la oportunidad de conocer, de manera cercana y amena, la obra de la escritora universal». Y la revista añade: «La escritora en el año 1930 conoció a Rafael Alberti y con él compartirá casi 50 años de vida en común. Su amor hacia el poeta gaditano le hizo decir, recordando las frases de Petrarca, que “el efecto de amor es transformar a los amantes y hacerlos parecerse al objeto amado”: de ser así, ella sería Rafael Alberti».

 

Cantar de la luna vacía

¡Calla, mi bien! No grites, no llores,

no tengas miedo de la noche oscura,

no te agarres a mí con los temblores

del que ha visto un león en la espesura

y le asustan los ojos brilladores.

Y a soñar con los ángeles de oro

¡duerme, duerme, mi niño!

Teniendo el corazón hecho ternura

en las estrofas pasa más dulzura

¡canción de cuna que rimó el cariño!

La voz ya no resuena

calmando los temores

del hijo ¡esa es su pena!

que al cielo sus amores

Dios se llevó esta nochebuena.

Ya no calma en la noche tenebrosa

del hijito el pavor

que del rosal florecido, la rosa,

se llevó el segador.

La guadaña implacable que siega

lo mismo el bien que el mal

no ha visto que al cortar el capullo

agostaba el rosal.

Majadahonda Magazin