LIDIA GARCIA. Ana María Cameno, la «reina de la coca» de Majadahonda, ciudad de la zona Oeste de Madrid, se enfrenta el miércoles 15 de enero de 2020 en la Audiencia Nacional a un decisivo juicio del que confía en salir inocente a pesar de que la Fiscalía Antidroga le pide 24 años de prisión. Y para ello piensa «cantar», pero no contra los «narcos» sino hacia lo que estima «complicidad» de varios policías e incluso jueces que aprovechan a los «infiltrados» en las redes de traficantes para «ascender» en el escalafón con el éxito de las capturas o quedarse con las propiedades de los detenidos a bajo precio aprovechando la complejidad de las subastas públicas de sus bienes. Por ello declaró el pasado 7 de julio a los periodistas Javier Negre y Miguel Toral, que una oscura trama de corrupción «de policías y jueces» cubre con una opaca manta todo el narcotráfico en España. «De ello hablaré en el juicio. Todo fue una trampa y no hay pruebas contra mí», dice Cameno. Y dejó los siguientes titulares: «La ‘reina de la coca’: «El narco es muy machista… Y la droga es un negocio controlado por la Policía». La narcotraficante, para quien la Fiscalía pide 25 años de cárcel, rompe su silencio. Dice ser víctima de un complot: «Caí por tener tetas». Es hija de una familia del Opus Dei acomodada de Burgos». La confesión generó más de un centenar de comentarios y otros periódicos como «El País» añaden: «entre su familia hay militares, abogados y arquitectos». Ana María Cameno se hacia llamar «Marta Sanchez» y era una asidua a la Pastelería Atuel de Majadahonda, donde fue detenida y posteriormente liberada tras desprenderse de un «paquete» con casi 50.000 € y que la señora de la limpieza encontró en los baños del local al término de su jornada laboral.


Pastelería Atuel: allí se descubrió el «pastel» (Ana María, al fondo con minifalda)

Tal y como muestra el vídeo de «Equipo de Investigación» de la periodista Gloria Serra, al que accedió la Guardia Civil tras haberse captado por las cámaras de seguridad del establecimiento, solía llevar en verano una cortísima minifalda y una camiseta que dejaba entrever sus enormes pechos operados, todo ello tras bajarse de despampanantes deportivos y coches de lujo. Por eso cada vez que esta rubia magníficamente teñida frecuentaba la Pastelería Atuel, y a pesar de ser una mujer que frisaba casi los 50 años, dado su espectacular físico levantaba algo más que pasiones y su presencia era enseguida comentada por los clientes de todas las terrazas del centro comercial Cerro del Espino: Atuel, La Razion (que ahora ha cambiado de nombre y estilo) y Panorama pero también de la cafetería Santino o De María.

En El País, el periodista Víctor Núñez Jaime realiza el siguiente relato: «El negocio de la narcotraficante fashion estaba de nuevo en marcha, con los rasgos que lo habían caracterizado anteriormente. Sus reuniones seguían siendo en parkings o cafeterías. Cinco casas, ubicadas en barrios de los alrededores de Madrid, eran utilizadas para guardar droga y dinero en armarios de doble fondo. Varios coches de lujo le servían para hacer los repartos. Ahora ella vivía en una urbanización privada de Majadahonda (Madrid), un municipio en donde sus 70.000 habitantes tienen una renta per cápita de 18.000 euros, la segunda más alta de toda la Comunidad de Madrid. Su ático dúplex de casi 200 metros cuadrados, valorado en más de medio millón de euros, estaba entre un amplio jardín, tres piscinas, un gimnasio y una capilla de un conjunto habitacional donde todos los vecinos, la mayoría pilotos e ingenieros de profesión, pagan 900 euros de cuota de comunidad».

Equipo de Investigación en Majadahonda

«Durante esos meses, la Reina de la Coca se subía a un Mercedes Clase A rojo para trasladarse de un sitio a otro. Una mañana llegó a la cafetería Atuel, en el Centro Comercial El Cerro del Espino, a unos pasos de la ciudad deportiva del Atleti. Hacía calor y llevaba puestos un pantalón ajustado y una camiseta sin mangas. Carlos Mauricio Gutiérrez, su viejo amigo colombiano y, según la policía, un importante distribuidor de droga en España, la esperaba sentado frente a la barra. Ya juntos, pidieron zumo de naranja y cruasanes y se fueron a desayunar y a conversar a una de las mesas que están junto a la ventana. Minutos después, Ana María vio entrar a dos policías locales y sus nervios se alteraron. Los uniformados que, de momento sólo investigaban un robo ocurrido hace poco en el barrio, la miraron de reojo. No obstante, por si acaso, ella tomó sus precauciones: bajó al baño de la cafetería y metió en una papelera una bolsa con 48.725 euros (un paquete que será descubierto hasta al final de la jornada por la señora de la limpieza, cuyo jefe dará aviso a la Guardia Civil). Cuando se despidió de su amigo y se acomodó su costoso bolso en un hombro salió a paso firme de la cafetería. En la puerta, sin embargo, los policías la estaban esperando y le pidieron que abriera el bolso. Así se dieron cuenta de que lleva 12.000 euros en efectivo y varios juegos de llaves. La dejaron ir pero, a partir de ese momento, en la UDYCO se reabrió la investigación de La Reina de la Coca».

En la entrevista con «El Mundo», la propia Ana María Cameno se refiere a esta cuestión: «Soy un personaje que se ha inventado la Policía para que nadie hable de las otras mafias que operan en España con su beneplácito. Porque las drogas es un negocio hasta para el Estado y está todo controlado por la Policía. No hablan de los personajes que tienen muertos encima. Yo soy una persona normal que no da miedo. Hay miles de traficantes que no salen en ningún lado. Como en España nos gusta copiar y en EEUU tenían a La Reina del Sur pues se inventaron lo de la reina de la coca. Es todo una operación de marketing que montan los polis para ascender y repartirse todo lo que tienes. Si no estuviese megaoperada, no tuviese estas tetas, no fuese pija y rubia nunca habría entrado en prisión. Hay 22 mujeres en la causa «Colapso» y sólo se habla de mí. Vendieron mi vida que es la de una joven que intentaba pagarse sus cosas», asegura esta mujer que blanquea el negocio de las drogas.


De joven traficaba desde su moto «Harley»

«Ana María Cameno era una niña pecosa que pinchaba en bares en Burgos de donde es oriunda. Había crecido en una familia del Opus Dei y en un colegio de monjas. Quiso rebelarse contra ese ambiente férreo y buscó en las mesas de mezclas su escapatoria. Se hacía llamar DJ Anita Dinamita y su especialidad era el trance. Los locales que frecuentaban eran espacios donde los chavales con el acné de la pubertad se empolvaban la nariz y se tragaban psicotrópicos que ponían sus mandíbulas a bailar. Sus ojos como faros. En esos tugurios conocería la peor cara de la noche y un chico del que se enamoró le introdujo en los bajos fondos». Y «El País» añade: «Pero más que estudiar, le gustaba pasear por las calles de Burgos en su Harley-Davidson. Cuando la policía sospechó que utilizaba esa aparatosa motocicleta para vender pequeñas cantidades de droga, la siguió durante unos días. Al ser arrestada, la “chica pija” dijo que la cocaína que llevaba con ella era para controlar su exceso de apetito porque padecía bulimia.

El tatuaje de Ana María dice «Omertá»

«Caí por tener tetas. Es un mundo machista donde nunca se va a dejar estar arriba a una mujer», asegura Cameno. La mujer se convirtió en poco tiempo en una de las narcos más respetadas de nuestro país. En una fémina que sobresalía en un mundo de hombres por la confianza que generaba. «Sobrevives por la inteligencia y por las cualidades que tenemos las mujeres. En el mundo del narco hay personas que se enfrentan por el hecho de demostrar quién tiene más huevos y yo no era así. Siempre trataba de evitar que se matasen entre ellos. Me he pasado toda la vida cuidando a valientes, guardando sus secretos. Ellos necesitaban cosas que yo conseguía porque generaba confianza», dice Cameno, que confiesa: «Me gasté mucho en estética. Me he operado siete veces de pecho a 8.000 euros cada operación», cuenta Cameno, a quien se le estalló una prótesis de silicona en un accidente. Como llevaba el coche cargado, rehusó ir al hospital y ahora su pecho izquierdo es fuente de problemas. «En breve me tengo que operar de nuevo. Estoy ahorrando para pagar mis tetas»

Ana María Cameno, oriunda de Burgos y residente en Majadahonda

«Me entregaron porque sabía que no iba a hablar. Si me pasa algo ya he dejado todo organizado para que salga todo a la luz. Los míos no me van a matar porque no debo nada a nadie y no he hablado de ningún compañero. Los que tienen que tener miedo son los policías corruptos», asegura mientras enseña el tatuaje de su antebrazo: Omertá (Ley del silencio). «Yo no soy una chivata y no voy a ser una confidente como el 80% de los narcos de este país que están capados por la Policía y que me han vendido a mí. Ahora no tienen ni los huevos de mirarme. Les meten en alguna causa y son como perros a los que les extirpan los huevos. Se convierten en sumisos. La Policía les deja operar pero siempre controlando ellos todo porque es imposible meter droga en España sin el apoyo de la poli. Les dejan actuar porque ellos cogen algo de vez en cuando y ya hacen sus estadísticas. Los amos están al otro lado. Aquí no hay organizaciones delictivas de españoles y por eso han venido las mafias extranjeras de las cuales no hablan porque hasta la policía tiene miedo», dice Cameno que desmitifica a los capos españoles.

«Nosotros hemos sido gente pija comisionista que nos hemos juntado por amistad. En España no hay dinero para financiar esas operaciones, en España no hay ningún jefe ni dueño de nada. Los dueños y señores son los que producen la coca y están al otro lado donde realmente se puede pagar un kilo a 2.000 euros. A ver qué español va a tener 27.000 para un kilo que es lo que cuesta en España», asegura Cameno decepcionada porque ahora una gran parte de los que fueron sus compañeros colaboren con la Policía. «De ello hablaré en el juicio. Todo fue una trampa y no hay pruebas contra mí», dice Cameno, que ingresó en la cárcel hasta 2013, año en el que salió en libertad provisional. Según la Policía, volvió a las andadas y fue detenida en 2014 en la Línea con otras 10 personas. Los agentes se incautaron de 100 kilos de coca y 148.000 euros. Fue considerada por la Policía la presunta cabecilla de la trama junto a su entonces pareja.

«Van a por ti porque quieren quedarse con tus cosas, porque saben que tienes dinero. De mis 17 relojes que tenía, sólo figura como incautado uno en el sumario. ¿Quiénes se quedaron los demás? Me quitaron hasta mi perro, mataron a mis animales, y si hubiese tenido un hijo también me lo habrían quitado. Hasta matan a tu pareja porque le piden que vaya en tu contra. Todo lo de Alvarito (López Tardón, ex miembro Los Miami)), que se encuentra en la cárcel en EEUU, se lo quedaron ellos. Tenía un montón de coches y los subastaron todos por 2,5 millones cuando el valor de la colección llegaba a los 80 millones y se lo han repartido entre policías, jueces… Es una macrohistoria para repartirse todo», insiste Cameno. También sufrió el desengaño. Su ex marido, un yonqui al que recogió en un poblado chabolista, se quedó con una de sus casas, donde vive con «una prostituta, una pequeña cerda». Ahora su sueño, si sale absuelta en el juicio, es dedicarse a dar charlas para reorientar a jóvenes que aspiran a convertir el polvo blanco en su modus vivendi. «Quiero sacarles de ese mundo para que no estén vacíos por dentro porque claro al final la gente se avergüenza de que vayas hasta a una comunión», dice Cameno. Lea el reportaje completo.

Majadahonda Magazin