El canterano Escobar acudió al estadio con el brazo en cabrestrillo

J. FEDERICO MTNEZ. Todos lo repiten: lo mejor del partido fue la afición. Sorprendió la buena entrada que registró el Cerro del Espino este sábado 24 de agosto (2019) ante el Sporting de Gijón B y aunque aún queda mucho por hacer para llenar el campo, lo cierto es que la tribuna esta a tres cuartos, el fondo hizo más ruido que todo el campo junto y la preferencia comenzó a poblarse. Las crónicas hablan de unas 400 personas (ya no hay control oficial de la LFP) pero a ojo de buen cubero se apreciaban algo más y se podrían calcular entre 600 y 800. Para ser un 24 de agosto no está mal. El míster Julián Calero lo reflejaba en declaraciones al club: «el público ha estado muy animoso, por la fecha que es todavía hay mucha gente que está de vacaciones, ha habido una entrada más que aceptable y creo que esta victoria no va a hacer más que sumar adeptos y este equipo no va a hacer más que sumar» aunque advirtió: «que todo el mundo se vaya preparando porque vienen curvas, va a haber vértigo y tenemos que tener a nuestra afición cerca y apoyándonos«. Lo mismo dijo el delantero Ródenas, procedente de la cantera del At. Madrid: «la verdad que la afición ha estado muy bien, el público ha estado activo durante todo el partido, me he llevado una grata sorpresa, animarles para que sigan así y que se anime mucha más gente».

J. Federico Mtnez

Poco a poco los jugadores y cuerpo técnico van conociendo a la afición, que tiene unas características propias en Majadahonda y comunes a las del resto de equipos españoles. Las singulares son que la grada del fondo es la que sostiene al equipo con sus cánticos y gritos de ánimo siempre, haga calor, lluvia o frío. Los jugadores y el entrenador lo notaron y así lo agradecieron. La grada de preferencia es la más observadora, apenas exterioriza las emociones, aunque este caluroso sábado tampoco daba para tirar cohetes en materia de expresar sensaciones. Y la grada de tribuna, mucho más exigente: son los «pata negra», donde se reunen los socios más antiguos, algunos de ellos conocidos como «los dinosarios», y otros de diferente pelaje.

Los padres de los futbolistas Pablo Diego (Torrelodones) y Del Val (Rayo Majadahonda)

Hubo un detalle significativo que ayudará a comprender su personalidad colectiva: con empate a cero un jugador del Sporting recibió un golpe y el míster Julián Calero, que creía que simulaba, ordenó a voz en grito y algo malhumorado (fruto de la autoexigencia personal) que el equipo siguiera la jugada de ataque. El balón finalmente salió fuera y las asistencias fueron a atender al futbolista, que estaba seriamente conmocionado por el golpe en la cabeza. Cuando se retiró a la banda, el público del Rayo Majadahonda le brindó un largo y sonoro aplauso para alentar la recuperación del rival, lo que provocó que el míster Calero tuviera que acercarse a darle una palmadita.

El ex futbolista David Ballester en la tribuna

Esta rectificación le honra al entrenador y sintoniza con la grada: en Majadahonda no gusta el juego sucio, las trampas, pérdidas de tiempo intencionadas ni mucho menos hacer aspavientos sobre situaciones susceptibles de lesión. Hizo bien el equipo en continuar la jugada de ataque, que se desarrollaba al otro lado del campo e hizo mal el entrenador en proclamar a los cuatro vientos esa conducta antideportiva que podría interpretarse como sacar ventaja de la lesión de un adversario. De ahí que el público tomara partido por el futbolista y no por el míster, que por otro lado acertó de pleno con los cambios (aunque no eran los que estaban previstos debido a las lesiones) pues la segunda parte fue más dinámica hasta el gol de la victoria.

Juancho Santana (IU) que ha sido noticia esta semana en la prensa de Miami

Y Calero también dio en la diana cuando detuvo el reloj del partido faltando 30 minutos (incluido el largo descuento de 5 por la parada de refresco): si la temporada pasada se hubiera hecho así otro gallo cantaría. Y un detalle más a corregir: no se pueden pedir los cambios a voces desde el banquillo para dirigirse a los jugadores que calientan al fondo. Sobre todo porque no les oyen. Los segundos, terceros y cuartos técnicos de los poblados banquillos deben pegarse la carrera y transmitir las órdenes. Eso es algo que hemos aprendido del fútbol profesional. Cuestión de estilo. Y es que el público está tan cerca en el Cerro del Espino que se apercibe de todo.

Guilermo Lucendo (empresario) y Zacarías Maíllo (ex concejal) en la tribuna

Por otro lado las comparaciones (que siempre son odiosas) entre ambas temporadas parecen también inevitables. La prensa deportiva aún está dividida: para unos, el equipo juega a lo mismo que el año pasado (control del balón y posesión), para otros se ha ganado en verticalidad y se ha prescindido de la horizontalidad estéril (ver las crónicas de los analistas). Y esa es la mejor noticia: con personalidad propia, Calero está realizando una transición pausada con una obligada renovación total del equipo. Hay que darle tiempo al tiempo y la próxima estación se llama Ibiza. Allí espera Morillas y el hijo pequeño de Simeone, que este domingo van a Las Palmas.

La anécdota: la «rubia» de Seguridad le quitó al entrenador del juvenil Alberto Alvarez (junto a su segundo Javier Columbrans) la lata de refresco (no se pueden llevar a la grada)

Y no hay que olvidar que los ibicencos son candidatos al ascenso. A favor del Rayo Majadahonda, que juega mejor cuando contraataca que al tener la responsabilidad del balón y del gol. En contra que es una incógnita su condición de visitante, que no se le ha dado del todo mal en pretemporada. Pero de momento, y aunque solo sea anecdótico, 3 puntos y terceros en la sesión sabatina de la Jornada 1. Dice el aforismo futbolero que la victoria vale lo mismo de penalty injusto en el último minuto que en el 96 en propia meta. A mí eso me suena y quizás empezar así sea un buen presagio. ¿Lo firman? Y como siempre, las fotos de la afición, chicos y chicas, «pibones» y «pibonas«, mayores y jóvenes, todos unidos en torno a una ilusión y un emblema de la ciudad de un renovado Rayo Majadahonda.

Manu Alcázar, coordinador de la cantera del Rayo Majadahonda

Majadahonda Magazin