BEGOÑA DELCLAUX. La plaza de los Jardinillos
Los Jardinillos se abren a la plaza de la Constitución, con su templete de música —ocho columnas de hierro y el tejado de pizarra—, y al fondo, Santa Catalina, que es la patrona del pueblo, una iglesia humilde y blanca. La sierra de Guadarrama se veía más blanca aún sobre un cielo muy azul y al este, el perfil de Madrid, la silueta marcada por cuatro columnas de luz como espadas del Imperio. Dos rotondas más abajo llegó al «Príncipe de Asturias». La luz cenital se colaba a través del lucernario, una estructura piramidal en el medio del tejado. Oyó voces que venían desde el fondo de la planta y al acercarse vio a Jose con el móvil en la mano.

—Ya aparecerá —decía—, se le habrá olvidado llamar… ¿Pero qué le va a pasar? Que sí, que si llama, la aviso —concluyó antes de colgar.

—¿Desde cuándo?
—El viernes no vino ya.
—¿Y no ha llamado ni nada?
—Si no aparece, es que no.
—Pues es raro.
—Están todas como motos. Se habrá ido por ahí. Estará sin cobertura, con su marido seguro, que debe andar de viaje. ¿Eso que tienes son churros? — cambió de tema.
—¿Quieres uno?
Ni los había probado, es lo que tiene el mal cuerpo. Jose eligió el más grande y lo engulló en dos bocados. Le interrumpió un estornudo y Elisa apartó la bolsa sintiendo un poco de asco.

Elisa bajó la escalera pensando en lo poco que le pegaba a Inés largarse sin decir nada.
Sus amigos se tiraron sobre el cono de papel y no dejaron ni rastro mientras ella los ponía al corriente.
—Igual le ha pasado algo —comentó Isa desde el teclado—, es que hace poco mi tía se cayó de un taburete mientras limpiaba un altillo. Si no llega a ser que mi madre se empeñó en forzar la puerta, la pobre se muere, seguro. Se la encontró desmayada, se había roto una pierna y tres costillas. —Debería ir alguien a ver… —comentó Elisa al oírla.

—Bobo —le espetó Elisa—, me refiero a Inés.
—¡Pues di a tu padre que vaya y que tire la puerta abajo! Bueno, ¿empezamos o qué?
Tocaban versiones de indie mezcladas con hip hop y blues, a veces también con reggae y hasta con aires flamencos y, aunque tímidos aún, componían temas propios. Ensayaron con empeño. Era su primer bolo en serio. (Continuará)





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