
Dicho sea de paso, del asunto de la Mongoliada habría, tal vez, un par de buenas historias para holganza de tus lectores; que hasta yo, que no hice más del tercio primero del viaje, púseme a recopilar material y ánimos para hacer buenas artes en memoria de ello. Pero aquí me hube de topar con mi más grande defecto, que es el de darme a intenciones grandes, con una constancia pequeña, pues se me acumularon las noticias, cartas y diarios, y me faltó la voluntad de pasarlas en limpio; que no lo hicieron los otros, y con el tiempo y la pérdida, creo que quedé yo sólo con la mayor y mejor parte de los informes al respecto. Los tres asiáticos no me insistieron lo suficiente para que yo lo sacase a la luz, y ahora nuestros caminos andan ya algo separados los unos de los otros, lo suficiente al menos como para que no se curasen de mayores propagandas, al menos que a mí me conste; tal vez yo algún día, a pesar de todo, lo haga. Habrás de perdonarme la inmodestia de que también te adjunte parte del relato en verso que fui haciendo del viaje, para que veas que, además de músico, también tengo algo de poeta... Del diario del viaje, eso sí, lamento que no me resulte apropiado darte más ejemplo que su noticia, tanto por carecerme la licencia de hacerlo, como por no tenerlo siquiera apropiadamente transcrito.




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