JUAN NOVOA. *Co-portavoz de «Más Madrid» en Majadahonda. Esta misma semana salió el dato de que estamos entre los 5 municipios con más renta por habitante por ingresos brutos. Antes de impuestos. Y aquí tenemos una de las claves. Se atribuye a Oliver Wendell Holmes una frase estupenda, de esas que hay que subrayar: los impuestos son el precio que pagamos por la civilización. Bien. En Majadahonda las municipales y las autonómicas se ganan prometiendo que van a bajarse los impuestos. ¿Significa eso que en Majadahonda la gente quiere descivilizarse? Que cada uno responda lo que quiera. Todos sabemos que la democracia es el menos imperfecto de los sistemas políticos. Pero se nos olvida añadir que es el más caro. Y aquí reivindico por primera vez a la izquierda caviar. Sí. La izquierda, los rojos, los progres… Queremos tener coches buenos, casas buenas… queremos ir a comer a un buen restaurante y sí, también queremos el más caro de los sistemas políticos y además estamos dispuestos a pagar por ello. Se ha producido por tanto esa centrifugación y en el centro del pueblo residen los emigrantes. Dan servicio a esos habitantes de esas urbanizaciones, pero están debidamente separados. Por supuesto nadie quiere vivir en el centro, porque la gente que anda por allí… A veces pienso que se refieren a los que van cada mañana a ocupar sus Concejalías al Ayuntamiento, pero no. Se refieren a la gente de otros lares, con otros colores de piel y otros acentos. Como si fuera una película de terror, las terrazas de la Gran Vía permanecen durante el día rebosantes de ciudadanos ejemplares que se jactan de vivir en una de las ciudades con mayor renta per capita. Y al caer el sol… podéis imaginar. Hordas de «menas», de «okupas» e incluso de «menas okupas», acosan a las ancianas en las esquinas mal iluminadas. En fin. Terrible.
Las cafeterías de la Gran Vía forman parte del tejido empresarial de la ciudad. Una ciudad en la que el comercio local sobrevive como puede porque en Majadahonda se beneficia a la gran superficie frente al pequeño comercio. El mejor ejemplo lo tenemos en el Gran Plaza. Un centro comercial enorme para cuya construcción se modificaron incluso las lindes del municipio. (están aquí los compañeros de Las Rozas que espero que no nos lo reclamen cuando gobiernen allí, que gobernarán). Podemos encontrar todas las marcas que encontramos en todas las grandes superficies. Está tan alejado del centro que no hay ningún vínculo ni puede haberlo, porque por allí no vive nadie y tal vez alguien pudiera pensar que ha creado puestos de trabajo para los jóvenes de la ciudad: Pues no. Y ni siquiera llegan allí las líneas de transporte público local. Solo se puede acceder en un autobús que sale de Moncloa. O en coche, claro, que para eso sí hay un gigantesco parking con miles de metros cuadrados de asfalto en 3 niveles. Próximo capítulo: El suelo de «Pammasa» y los comercios que están fuera de la Gran Vía de Majadahonda