JULIA SÁEZ-ANGULO. Casi en silencio, como un obsequio personal a los amigos que acudieron a la entrega de Medallas de Oro en la Casa-Museo El Romeral, se presentó en la sede de la Carretera del Plantío el 7 de julio (2021) el libro “Mayte Spínola”. Vivencias. Lo que aprendí de mis amigos«, publicado por la editorial Visión Libros. La portada lleva la imagen de perfil de Mayte Spínola que figura en las Medallas de Oro que otorga cada año. El libro lleva un prefacio mío, un prólogo de Carmen Posadas, un epílogo de Javier Moro y un poema dedicado a Mayte de Rogelio Sánchez Molero. Un amplio álbum fotográfico que abarca toda su vida lleva los pies de foto de Carmen Palomero. Los capítulos de las «Vivencias» se titulan: Infancia entre Madrid, Extremadura y Andalucía; Orígenes: La Casa Spínola; Veraneos en Punta Umbría; Los Barreiros; Familias Reales; Jefes de Estado; Amigos; Amigos artistas: artistas plásticos, escritores y músicos, toreros, moda; Tiempo y trabajo. Obras solidarias, y Encuentros en la tercera fase. Un amplio apéndice documental de la carrera de Mayte Spínola como pintora y emprendedora completa el libro. El marca-páginas del libro lleva detrás la leyenda: “La protagonista de estas Vivencias, Mayte Spínola, agradecerá toda generosa colaboración que los amigos que reciben gratuitamente este libro deseen hacer a las Carmelitas de Duruelo en Ávila».
PRÓLOGO POR CARMEN POSADAS. Hace unos años me pidieron que dijera unas palabras sobre Mayte en público y lo primero que me vino a la cabeza fue que, si Mayte no existiera, habría que inventarla. Ahora añado que no estaría de más clonarla, porque el mundo sería bastante mejor de haber más Maytes por ahí. A lo largo de mi vida he tenido la suerte de conocer a muchos tipos de personas de bien. Algunas lo son en la esfera de lo familiar, grandes madres o padres, espléndidos hermanos e hijos. Otras, demuestran su excelencia en el ámbito de los negocios, son empresarios de éxito, personas visionarias pero a la vez comprometidas, capaces de abrir nuevas rutas y caminos. Las hay con inclinaciones filantrópicas que hacen de la ayuda al prójimo su razón de ser mientras que otras prefieren emplear su tesón y su pasión en promocionar las artes o la cultura. Y existen por fin esas personas a las que Machado llamaba “en el buen sentido de la palabra buenas”. Hombres y mujeres que hasta en las acciones más cotidianas y minúsculas procuran dejar su positiva impronta. A todos ellos he conocido y admirado, pero nunca antes había encontrado a alguien con capacidad de abarcar tantas y dispares facetas. Calidoscópica, así define Julia Sáez-Angulo en su prefacio y no se me ocurre adjetivo más atinado.








Más noticias