MIGUEL SANCHIZ. La tercera y última parte de la entrevista con Juan Luis Requejo, asturiano de Oviedo, constitucionalista español y letrado en el Tribunal de Justicia de la Union Europea en Luxemburgo, con la sección de para «Gente Maja que se Moja» de MJD Magazin, le pregunto sobre qué consejo le daría a los jóvenes profesionales que aspiran a trabajar en el campo del derecho europeo y la defensa de las normas europeas. Y su respuesta es interesante: «Hoy por hoy, a mi juicio, hay pocas ramas del Derecho tan interesantes y atractivas, pues en último término se trata, nada más y nada menos, que de participar en un proceso que, con todas sus incertidumbres, puede llevar camino de convertirse (si no lo está siendo ya) en un proceso constituyente; en la construcción de unos Estados Unidos Europeos. Si me atreviera a dar un consejo a los jóvenes que quieren aventurarse en esa empresa, el primero sería el de que inviertan todo lo posible en el dominio del inglés y del francés, que son inevitablemente las lenguas en las que se entiende la comunidad de quienes trabajan en la construcción de Europa«.
Ademas, Juan Luis Requejo ha tenido tiempo de escribir un libro: «El Mundo de Norma». ¿Cómo y por qué? –»El Mundo de Norma» nació de la necesidad de no aburrir a un grupo de adolescentes en una clase dedicada a la Constitución. Se trataba de los alumnos del último año de secundaria de la Escuela Europea de Luxemburgo, a quienes uno de sus profesores me invitó a hablarles sobre la Constitución. La clase sería a última hora de un viernes de primavera y era de temer que se aburrirían enormemente si me limitaba a decir lo que cabe esperar de una clase de Derecho. Mi preocupación era, sobre todo, la de captar su atención, despertando su interés sobre algo tan áspero y tan abstracto como son las normas y los derechos. Se me ocurrió entonces la idea de que se pusieran unas gafas imaginarias con las que podrían ver todas las normas que había en el aula, que eran muchísimas y muy variadas, algunas muy extrañas y otras bastante pintorescas. La fórmula dio resultado. Fue la mejor clase que he dado en mi vida y, al parecer, según he sabido después, muchos alumnos recordaron en sus exámenes algunas de las cosas que descubrieron aquel día gracias a las gafas normativas. Aquello me animó a ponerme a escribir lo que terminó siendo ese libro.
¿Cuál es la premisa central de «El mundo de Norma» y cómo influye en la vida de la protagonista? –La premisa central es que las normas no son algo abstracto y distante, sino realidades muy concretas que nos acompañan y rodean desde que nacemos hasta que morimos, e incluso uno poco antes y un poco después. Pero, sobre todo, que no son un incordio sin otro objetivo que hacernos la vida difícil o coartar nuestra libertad. Todo lo contrario; gracias a ellas podemos ser tan libres como es posible en este mundo. Norma y sus amigos descubren ese mundo gracias a su abuelo, y con ayuda de las gafas normativas aprenden a identificar las normas y los peligros que les acechan, a distinguir entre las normas justas y las injustas y, sobre todo, se dan cuenta de lo que supondría vivir en un mundo sin normas, que no sería un mundo de libertad absoluta, sino uno regido por una norma única y siniestra: la ley del más fuerte. Utiliza la historia de «El mundo de Norma» para explorar temas profundos relacionados con la rebeldía, el descubrimiento personal y la importancia de las normas ¿Cree que es un libro para jóvenes? – No sabría decirlo. Entre sus lectores hay verdaderos entusiastas que apenas cuentan 11 años, pero también muchos adultos y hasta sesudos profesores de Derecho. Puede leerse como una aventura juvenil, pero también como un divertido tratado en clave de Derecho Constitucional.