
“A los 8 años se enamoró perdidamente del patinaje sobre hielo. Fue un flechazo. En casa habían apostado por las actividades extraescolares. Tocó el violín, jugó al tenis y dio clases de vela en verano. Su madre la apuntó en la recién abierta escuela de patinaje de Majadahonda. Quedó prendada de la sensación de deslizarse e interactuar con la música. Compartió tardes de patinaje con Javier Fernández. «Es como mi hermano«, apunta al tiempo que destaca la principal cualidad del campeón del mundo:»Patina por ilusión, como cuando empezó. En otros deportistas, cuando tienen éxito, cambian las razones por las que compiten. Pesa más el dinero, la fama y los premios que la pasión por el deporte». El patinaje es el deporte perfecto para Sara por su componente creativo:»Es un arte. Al patinar me gusta contar una historia a través de la música”, recordaba Andrés García en “Marca”.
Marca (David Menayo): El amor que Sara Hurtado profesa al patinaje no tiene barreras. Después de quedarse sin pareja tras romper con Adrián Díaz a finales del año pasado, la madrileña regresó a casa para reflexionar -admite que llegó a pensar en dejar la competición- y comenzar la búsqueda de una nueva pareja. «La búsqueda ha sido un proceso interesante y en cierta parte incómodo«, relata Sara. «Cuando decido seguir patinando recibo mensajes de muchos patinadores, algunos de ellos que incluso ya habían dejado la competición, y me toca imaginarme si pegaría o no con cada uno de ellos. Es duro tener que decir que no a un compañero», añade. Un día recibió una proposición desde Rusia. Kirill Khalyavin, dos veces campeón júnior, daba finalizada su relación profesional con Ksenia Monko y veía en Sara una pareja ideal para seguir compitiendo al más alto nivel. «Es fácil trabajar con ella. Es una mujer con mucho carácter, pero muy aplicada», asegura Kirill. Sara viajó a Moscú para probar con él durante tres días. Con tanta incertidumbre como miedo. «Los dos habíamos tenido solo una pareja previa. La primera vez que nos cogimos de la mano fue raro, pero en seguida supimos que podía funcionar. Tras un solo día juntos ya estaba convencida de que era mi hombre», cuenta la madrileña entre risas





