Calle Flor (Majadahonda)

CRESCENCIO BUSTILLO. La pared frontal que daba al patio era de unos 30 metros de longitud, pero dentro de la casa se metía hacia la izquierda por detrás de la casa del vecino y se prolongaba otros 30 metros por lo menos. La explicación que puede tener esta anomalía es que al partir aquella casa en dos por mis antepasados para ahorrarse tirar tabiques, hicieron esta «charranada«, pues mientras la casa nuestra tenía otra salida a la calle que los 10 metros señalados anteriormente, el vecino disponían de 40. La parte trasera de la casa, que daba a un cercado con olivos y otros árboles frutales, tenía una longitud de unos 60 metros. Volviendo a la pared frontal del patio, estaba compuesta por tres puertas: de derecha a izquierda entrando de la calle estaba la puerta del pajar. Este era espacioso, de 7 por 10 metros de base por 8 de altura. Ya aquí en esta parte no había doblado. Servía para albergar paja de los cereales y alimentar a tres o cuatro bestias durante un año y sobraba paja que se vendía en la primavera antes de la recogida de la nueva cosecha. También se usaba esta paja para secar la cuadra cuando estaba blanda y la pocilga con mayor frecuencia.


Crescencio

La segunda puerta daba a la cuadra y también a la pocilga. El piso de la cuadra estaba un palmo más bajo con relación al piso del corral y ya dentro de ella tenía otra puerta para comunicarse con la vivienda. La pesebrera tenía seis departamentos o pesebres donde se echaba el pienso a las bestias para que comieran y donde las gallinas en su parte inferior -los nidales- ponían sus huevos. De entrada, en el rincón de la derecha, estaba la pocilga. Pequeña, para albergar un par de cerdos a la vez que no fueran muy grandes. Y encima de la pocilga estaba el gallinero, capaz de albergar en sus palos de dormir a 20 o 30 gallinas.


Cocina de leña (1.930)

La tercera y última puerta estaba completamente al grueso de la vivienda. Empezaba por la casa, portal o comedor, que de las tres formas se llamaba. En dicho comedor convergían cuatro puertas. La primera a la derecha daba a la cuadra señalada anteriormente. La segunda a la cocina. La tercera a las habitaciones de dormir. Y la cuarta al pasillo de la bodega. El mobiliario del comedor era discreto y sencillo: dos mesas desiguales, varias sillas también desiguales, un cuadro de la guerra carlista, dos bazares plenos de platos, tazones, copas y vasos. Y las cortinas para encubrir la puerta de la cuadra y para adornar la de entrada del patio. La cocina era amplia, grande, servía de comedor en la época de los fríos ya que en ella se consumían grandes cantidades de leña, durando el fuego de un día para otro. Donde se hacía el fuego estaba levantado un palmo del suelo. Una losa de piedra grande cubría su extensión. Una amplia chimenea servía para dar salida a los humos. Y en ambos lados del fuego había dos poyos de metro y medio de longitud por medio metro de anchura, que unidos a tres o cuatro sillas, rodeaban completamente la lumbre y se podían calentar a la vez ocho o 10 personas. También había dos bazares con cacharros, una batería antigua de hierro y de cobre compuesta de cazos, sartenes, paelleras, etc. Y como mobiliario, dos mesas, sillas, fregadero y una tinaja pequeña para el agua. Se me olvidó decir que en el comedor había una cantarera de madera para cuatro cántaros y un botijo.

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