

— Pez Mago es un alter ego, un nombre artístico que viene de 20 veranos en la isla de Formentera, durmiendo bajo un árbol junto a la playa. Durante uno de esos veranos tuve oportunidad de desayunar tres veces con el psico-mago Alejandro Jodorowsky. Él es el mago del pez. Lo relato en el libro de viajes «El mundo también se dobla». Unas memorias de viajes.

— El peso de la palabra es siempre lo más comprometido de todas las artes, en mi opinión. O no dices nada y se te nota en seguida, o estás abriendo tus entrañas, no creo en el término medio. Me alegra poder ver gente tan joven interesada hoy por las palabras. Es un milagro que ocurra esto. Hace falta comprobar si el paso del tiempo nos da a grandes autores y si la poesía de hoy se convierte en algo más que una moda. Por ahora son todo buenas noticias: bares llenos de poetas, versos en todas las librerías, letras en las redes sociales, acciones poéticas en las ciudades. ¡Lo celebro!

— Cada cantautor es un mundo, pero en general llevamos una vida de trovadores y titiriteros ambulantes. Creo en la importancia de ir por los pueblos, no solo en actuar en los grandes escenarios. Creo en la vocación de «entretainer», la de bardo para el pueblo. Creo en esta vocación así, sin necesidad de gran éxito. A mí me da para vivir sencillamente y viajar es una parte muy importante de esa vocación. Me siento muy afortunado de poder hacerlo, de tener a gente que me escuche en todas partes a que voy. Tengo amigos hasta en el infierno, y es gracias a la música. He viajado más de lo que nunca soñé que viajaría, y he disfrutado de todo el trayecto.
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