LIDIA GARCIA. «No sabéis cuánto agradecemos la máxima difusión del envenenamiento de nuestra perrita Kyra. Nos están llamando muchos amigos que entran todos los días en vuestras noticias de MJD Magazin. Mandamos una foto reciente de ella. Tenía 11 años, pero se mantenía joven, sana y alegre. A Kyra la recogimos abandonada junto al Hiber en febrero de 2010, estaba muy delgada, con parásitos intestinales y sin vacunar. Más tarde supimos que había nacido en junio de 2009 y que la había abandonado un cazador que vivía en Majadahonda. Nos ha dado mucha alegría, cariño y apoyo, y nos ha ayudado muchísimo a sobrellevar dificultades graves que estamos padeciendo desde hace dos años, sobre todo por una enfermedad larga y grave que padece mi marido». Así se expresaba Mª Pilar Calderón Gamboa tras el enorme eco alcanzado por la noticia que ella misma proporcionaba tras el asesinato de su perrita en el céntrico Parque de La Laguna de Majadahonda. En esta entrevista, su dueña precisa con más detalle como fue su vida con su mascota y porqué le tenían tanto cariño:


Han sido 11 años con Kyra. ¿cuales son los momentos más memorables que recuerda? -Recién recogida, cuando la sacamos de la clínica veterinaria, desparasitada, vacunada y con su chip, la pusimos en el asiento trasero del coche y aunque estaba muy asustada, se levantó para demostrarnos su cariño. Ya en casa nos pusimos a cenar y se tumbó sobre mis pies quedándose dormida. Lamentablemente, el momento más memorable fue el de su agonía, que nos ha dejado una herida muy profunda. ¿Y tiene alguna anécdota graciosa que recordar? –Siendo muy joven, a mi marido se le escapó al campo que hay al final del Parque del Arcipreste, volvió con un conejo y se lo dejó a los pies. Mi marido pasó una vergüenza terrible. ¿Pasó algún mal rato alguna vez por culpa de ella? –Sí, porque cuando era jovencita y la sacaba mi marido, se escapaba en cuanto podía, necesitaba correr y había que soltarla un rato. Menos mal que llevaba una placa con su nombre y teléfono y siempre había alguna buena persona que le llamaba al verla sola. Una vez, mi marido se volvió a casa desesperado porque no aparecía y se la encontró en el portal de casa esperándole.

Se habla de la fidelidad perruna? ¿En que percibía su fidelidad? -No podía quedarse sola, pensaba que la habían vuelto a abandonar de nuevo. En casa, siempre estaba a nuestro lado y si cada uno estaba en una habitación diferente, se “turnaba” para estar con los dos. Hemos tenido que ir muchas veces a hospitales y se ha tenido que quedar con amigos que la querían y que también tienen perros, a veces durante días, pero cuando volvíamos por ella su alegría y muestras de cariño eran inmensas. Cuando uno de nosotros volvía de la calle, ya lo sabía desde que entrabas por el portal y al abrir la puerta de casa te traía en su boca todos los juguetes que podía y lloraba de alegría, te hacía todos los cariños del mundo e iba detrás de ti por toda la casa. Si veía que yo me estaba arreglando para salir, se me ponía delante, cuadrando las orejas, como preguntando a donde iba. Si yo le decía que íbamos las dos con el “amito”, se ponía a dar saltos de alegría, pero si le decía que me iba yo sola, pero que volvía enseguida, se tumbaba a mi lado muy triste. Afirma que Kyra ayudó a sobrellevar la enfermedad de su marido ¿en qué sentido le dio apoyo? -Si él se ponía nervioso, o se le veía preocupado, le daba insistentemente con su patita, le daba lametones, se le subía encima. No paraba de darle cariño hasta que él le decía que se encontraba bien. Si a mí me veía triste, se pegaba a mis piernas y cuando me agachaba para acariciarla, me ponía la cabecita en el pecho y se estaba así un rato. Sobre todo, era su mirada, siempre sabía cuál era nuestro estado de ánimo. Ahora ya no tenemos su ayuda.

Majadahonda Magazin