MANUEL QUIROGA CLÉRIGO. Majadahonda, 18 de abril de 2020. Para Martina, que está con el alfabeto. Martina, los jardines/gloriosamente verdes/ entran por las ventanas/desde primeras horas. Escalan las fachadas/por los árboles recios, /traen un rumor de abejas/de romero y lavanda,/ esparcen las fragancias/de jazmines, naranjos./ En esta primavera/dolorida y caótica/
el césped agradece/la lluvia intermitente,/ por ejemplo, del jueves/o el miércoles pasados/
cuando toda la tarde/fue un diluvio perfecto/ y el agua tempestuosa/mojaba las caléndulas
y los álamos blancos/se cubrían de hojas.
Los abetos, entonces,/recobraban su brillo
igual que los nogales,/los prunos de colores,
la sauces esparcidos,/los tímidos geranios.
Martina, la mañana,/da vida a los jilgueros
trae ráfagas enormes/de briznas de eucaliptos,
el perfume cercano/de ese Cerro del Aire,
nos llena la mirada/de arbustos y palomas,
nos anima a buscar/nidos entre los pinos.
Da gusto situarse/cerca de los balcones
aunque hay hierba torcida/y mosquitos azules,
sonidos de ambulancias,/universos cerrados.
Te invito a que te asomes/al árbol de tu calle,
que imagines los mares/del verano infinito,
las horas de verbena,/los cohetes de las fiestas,
los barcos arrogantes/en el embarcadero,
las montañas de seda/detrás de la autopista.
En esta primavera/de lejanías largas
te presiento llegando/por senderos de trigo,
escogiendo en silencio/tréboles imposibles,
llenándote los ojos/de esas flores moradas,
dibujando amapolas/en tu pizarra ocre.
Pronto se irán abriendo/los parques y los lagos,
los breves laberintos/de mimosa amarilla,
las bahías intensas/tan pobladas de cisnes.
Y nos encontraremos/a mediodía siempre
con el sabor ansioso/de la retama plácida.
Nada más, para entonces/oiremos ruiseñores.
Mi poema:
La primavera la sangre altera, vease el caso de los Cayetanos con las cacerolas.