
MONTE DEL PILAR
Salimos a la calle/como un preso de Meco
desbordamos, ansiosos,/sorprendidos, imbéciles,
igual que despertando/de un sueño con mil rejas.
Vamos a hallar de nuevo/espejismos antiguos,
las hermosas mujeres/de labios carminados
o, simplemente, el mundo/poblado de fantasma.
Así es el abandono/de los encierros torpes
en que nos suenan lejos/los trenes sin destino,
las cometas alegres/transmitiendo deseos.
Franqueamos a solas/los muros hogareños
dejando atrás desvanes,/los tomos del Quijote,
la caléndula rota/y los días sin nadie.
“¡Qué descansada vida/la del que huye” siempre
sin nada a sus espaldas/en busca del silencio.
Abandonando ahora/la duda y la pereza
en nuestros laberintos/de pasillos y alcobas
emprendemos caminos/de recorrido inédito
más allá de avenidas/y forzosas rotondas
para encontrar el aire,/la retamas y zarzas,
los pinos olorosos,/los dientes de león
y hallamos sosiego,/senderistas afines
y, en este Monte verde,/detenemos las horas
de palomas y encinas/siendo de nuevo libres.





Poesía, si así se les puede llamar, que va al compás de las jaculatorias de don Manuel Quiroga neocampesinas y superfetadas de ideario izquierdista anacrónico.
Precioso poema don Manuel, un soplo de aire fresco cada mañana