
Sin embargo, si uno se expusiera de manera crónica al metal, los niveles en sangre podrían ser muy elevados. Más de medio millón de niños en los Estados Unidos tienen niveles de plomo muy altos, y la gente de bajos recursos en las comunidades de color desprovistas de poder político tienen mayor riesgo, sin importar su edad. Si no vives en esas comunidades y no estás expuesto al plomo de forma constante, ¿por qué deberías preocuparte por las estrategias dietéticas para reducir el nivel de plomo en sangre, si tu cuerpo ya es bueno en eso? Incluso si te expusieras, alrededor del 90% del plomo en tu sangre desaparecía después de solo tres o cuatro meses. Ah, pero ¿a dónde se va?. Más del 90% del plomo en el cuerpo se almacena en nuestros huesos, donde tiene una vida media de años a décadas, así que en lugar de tomarnos unos meses para deshacernos de él, ¿qué tal unas décadas? De hecho, los investigadores estiman que la vida media del plomo en la tibia, conocida de forma vulgar como espinilla, es de 48,6 años. Entonces, incluso si nos mudáramos a otro planeta y no tuviéramos más exposición a fuentes externas de plomo, todavía tendríamos una fuente interna que filtraría el metal pesado tóxico en nuestro sistema a lo largo de toda nuestra vida.

¿Cuándo más se puede experimentar pérdida de masa ósea? Con la osteoporosis, claro. Como se puede ver en mi video, las mujeres con osteoporosis pueden perder un promedio del 3% de su masa ósea al año. Incluso las mujeres posmenopáusicas sanas sin osteoporosis podrían perder un porcentaje de su esqueleto cada año. Entonces, ¿aumentan los niveles de plomo en las mujeres cuando dejan de menstruar? Parecería que sí. Un estudio de casi 3000 mujeres encontró “un aumento significativo” en los niveles de plomo después de la menopausia, lo que proporciona evidencia de que el plomo óseo se moviliza a la sangre. Una implicación importante de este hallazgo es que incluso la exposición a niveles de plomo bajos, durante mucho tiempo, podría resultar en un aumento de la carga corporal de plomo que se liberaría en cantidades significativas, desde el punto de vista toxicológico, durante los estados fisiológicos críticos en los que el hueso está en proceso de cambios. Entonces, no se trata solo de osteoporosis, sino, lo que es más grave, también del embarazo y la lactancia.
La mayor parte del calcio que recibe el bebé en el útero proviene de un “aumento de la absorción materna” del calcio de la dieta. El intestino de la madre comienza a absorber entre un 60 y un 70% más de calcio en el segundo y tercer trimestre para formar el esqueleto del bebé. Es por eso que los requerimientos de calcio en la dieta de las mujeres no aumentan con el embarazo o la lactancia. El cuerpo no es estúpido. Cuando se da cuenta de que necesita más calcio, absorbe más. Ahora bien, cuando eso no es suficiente, utiliza el almacenado en los huesos. Sin embargo, eso no es un problema, porque después de que todo termina, el cuerpo devuelve el calcio a su esqueleto, de modo que, 6 meses después del parto, la densidad mineral ósea vuelve a estar donde comenzó. Es por eso que, como se puede ver en mi video, incluso aquellas mujeres que amamantan durante mucho tiempo, mucho más de los 6 meses después de dar a luz, y a pesar de haber tenido embarazos múltiples, terminan sin comprometer su densidad mineral ósea más adelante en la vida, ya sea medido en sus muñecas, columna o caderas. Entonces, ¿por qué importa si el cuerpo hace una extracción del banco de huesos durante el embarazo y la lactancia, si acaba depositándolo todo de vuelta? Por el plomo. Cuando el cuerpo disuelve parte de su hueso para tomar prestado ese calcio adicional, libera en el peor momento posible el plomo que había estado encerrado en el esqueleto, justo cuando el bebé es más vulnerable. Eso es parte del “legado tóxico del plomo”.








Más noticias