Santa Labrandero Montero, un apellido histórico y próspero de Majadahonda, aunque ella es de la rama «pobre», como confiesa en esta entrevista

TERESA GÓMEZ. La vecina de Majadahonda (Madrid), Santa Labrandero Montero, de 87 años de edad, nacida en su propia casa majariega el 22 de julio de 1936, ha respondido a unas preguntas para MJD Magazín realizadas durante una conversación celebrada este domingo 3 de septiembre (2023) en la Residencia de Mayores «Valle de La Oliva«, donde reside actualmente desde hace 2 años. Y en esta entrevista revela como ha sido su infancia, su vida con su familia y cómo es su vida actualmente en dicha residencia: «Pues ¿por qué llegué?. Es que no sé ni si quiera por qué llegué aquí. Llegué pero no llegué para quedarme. Llegué, venía, volvía a mí casa y me iba. Pero de pronto me dijeron que tenía habitación aquí, que me tenía que quedar aquí (cosa que yo no quería), yo no quería pero me tenía que quedar. Yo quería ir y volver y estar en mi casa, pero me trajeron aquí cuando dije que me iba a mi casa a las 16:30 horas y me dijeron «No, tu no te puedes marchar, tienes habitación aquí, tienes cuarto de baño y tienes todo. Te tienes que quedar aquí. P: ¿Y tú familia te ayuda?. S: No, para nada. P: Como que no, los Labrandero tienen dinero y tierras… S: Pero nosotros no, somos muy Labrandero pero somos muy pobres de toda la vida. P: Perdona, sois pobres pero teníais muchas tierras. S: Yo no, a mi padre solamente le dejaron la huerta, ha tenido mala suerte tanto mi padre como nosotros. Mi padre y mi abuelo siempre llevaron la huerta y solo le dejaron eso, la huerta.


Teresa Gómez y Santa Labrandero durante la entrevista para MJD Magazín en la residencia de mayores donde se encuentra actualmente

«MI PADRE SOLO TENIA UNA HUERTA».  P: Pero, ¿No tienes una habitación para ti sola? S: No, siempre somos dos, hay habitaciones de una sola persona pero se paga más y me pusieron una que pagara menos. Creo que ya está pagado por mi seguro, mi seguro social. Yo tengo mi seguridad social. P: O sea, que lo estás pagando con tu pensión. S: Claro.  P: ¿tú tenías un piso? S: El piso lo he comprado yo a base de trabajar muchas horas, de día y de noche. P: ¿Y ahora que pasa con el piso? S: Lo tengo cerrado y no quiero alquilarlo porque mi vecina lo alquiló, en el mismo sitio, a estrenar, que tuvimos que esperar a que se terminaran de hacer y se lo dejaron destrozado. Yo no lo hice y cuando fui a ver su piso tuvo que gastarse en el piso el mismo dinero que le costó comprarlo. P: Madre mía, ¿Y el tuyo? S: El mío está nuevo. No lo alquilé nunca. Está en la calle Las Norias. P: ¿Si tú pudieras salir de aquí saldrías, te irías a tú casa? S: Sí, pero me dicen que no puedo que yo ya sola no puedo estar. Pero si me hubiese ido a mi casa sería muy feliz.


«He ido y venido diariamente de mi casa en Majadahonda al Plantío»

«IBA Y VENIA ANDANDO DESDE MAJADAHONDA AL PLANTIO». P: ¿Cuánto tiempo llevas aquí? S: Pues la verdad que no me acuerdo, pero creo que un par de años. P: ¿Y tus sobrinas o algún familiar viene a verte? S: Muy poco, poquísimo… Una vez al año y están en Majadahonda, andando he ido y he venido yo diariamente de mi casa al Plantío (Majadahonda). Ella tiene coche, pero yo siempre he ido y he venido andando. P: ¿Y cómo te apañas con el dinero, te puedes tomar un café? S: No me tomo nada porque no sé si tengo dinero o no tengo dinero, eso lo lleva mi sobrina. P: ¿Y si no viene a verte y no sabes nada de ellos? S: Pues así se quedan con ello, se lo gastan y no tienen que dar explicaciones. P: ¿Y a tí te parece bien?  S: No, fatal, yo debería de tener una cuenta mía y ya está. Yo no tenía necesidad de ellos porque aquí estoy mantenida, vestida, me visto yo. P: ¿Cuántas veces te han traído ropa? S: Ropa nueva nunca, me trajeron un rollo de ropa que creo que está todavía sin doblar, sin planchar, sin lavar, y yo creo que no lo he deshecho ni siquiera.  P: ¿Tú familia te dejó aquí? S: Más o menos, se han olvidado de que existo porque cuando yo les enfadaba y les decía la verdad la palabra más bonita que tenían para mí era decir «Bicho, bicho» y yo me callé ya y decidí no hablar, no quiero más problemas. PRÓXIMO Y ÚLTIMO CAPÍTULO: «HE HECHO DE MADRE, PADRE, HERMANA Y HE LLEVADO MI CASA DESDE PEQUEÑA»

Majadahonda Magazin