GLORIA PALAZON. Como la noticia que adelanté en MJD Magazin ha salido ya a la luz en toda España y creo que interesa más información sobre el funcionamiento del Instituto Carlos III que puede dar indicios de porqué se quiere hacer un Laboratorio de Nivel 4 en un sitio no recomendable (en medio de una población), informar que la semana pasada ya estuvieron por el campus los posibles concursantes de la licitación y entiendo que el proyecto sigue adelante. Se está ocultando que la Comunidad de Madrid ya dispone de un Nivel 4 en las afueras del municipio de Valdeolmos (el CISA) y parece más coherente (en caso de que fuera necesario) ampliar el laboratorio que ya está hecho y situado fuera de una población, antes que hacer uno nuevo en medio de un municipio grande como es el de Majadahonda. Además de la licitación de este laboratorio, se han publicado en el BOE una obra en el campus de Majadahonda y otras dos en el de Chamartín y creo que todo este dinero proviene del que nos ha destinado Europa para recuperarnos de la debacle del COVID. Y supongo que lo que más les conviene a algunos es invertir en «ladrillazo». Ya a principios de este año se podía vislumbrar que nos estaba llegando algo de dinero extra (en este caso del Gobierno, por el COVID también) ya que han pintado un depósito antiguo de agua que era de cemento gris con un mural firmado por los muralistas «Boa Mistura«, que pinta de baratos precisamente no tienen. De hecho, se rumorea que ha costado más de 100.000 euros, gasto además de caro, totalmente innecesario por supuesto, encima hecho en plena pandemia, según ilustra la foto adjunta. El Instituto de Salud Carlos III tiene un funcionamiento peculiar. Tanto se quejan los investigadores en general de que no hay dinero para investigación y sin embargo en el Carlos III el dinero fluye de manera extraña incluso en épocas de poca bonanza económica.


Ese dinero no lo destinan precisamente a contratar personal o a mejorar sus condiciones de trabajo (al personal científico-técnico se le tiene con los salarios más bajos del resto de centros de investigación y además hay escasez de personal), ni para sufragar proyectos de investigación, sino que se destina sobre todo a obras y edificaciones y a externalizar servicios, no sólo innecesarios, sino que a veces funcionan peor las cosas de cómo estaban antes. De hecho, por ejemplo, fue bastante escandaloso que, en el año 2008, en plena crisis económica, mientras bajaron al personal el salario y se le quitó la «copa de navidad», se cambió toda la valla perimétrica del centro y se cambiaron las letras de metal del nombre del Instituto, estando todo ello en perfecto estado. Otro ejemplo de cosas «menores» que se han hecho para «gastar dinero» es poner cartelitos a los árboles y llamarlo «Senda botánica del ISCIII» (Foto adjunta). Y como este ejemplo muchas «cositas». Hace unos años se dijo que iban a trasladar todo el campus de Majadahonda a Valdebebas, con la de dinero que deben costar allí los terrenos, aparte del costo de hacer nuevas edificaciones, claro. Luego eso no salió adelante y empezaron a proyectar grandes reformas en el campus.

Laboratorio en Valdeolmos similar al que van a instalar en Majadahonda

La última obra de envergadura se terminó hace un par de años. Se remodeló por completo el antiguo edificio del Centro Nacional de Microbiología y se hizo un edificio nuevo donde se albergarían los laboratorios de contención biológica nivel 2 y nivel 3. La empresa concesionaria de la obra fue VIAS y según palabras de un trabajador: «os hemos presupuestado los mejores materiales y os hemos puesto lo más barato». Aparte de esto, había varios defectos en el edificio nuevo (humedades, grietas, atascos…) incluso el laboratorio Nivel 3 estuvo un tiempo inoperativo por culpa de los defectos. La empresa concesionaria no se ha hecho cargo de los desperfectos, aun estando en garantía, y los ha estado subsanando la empresa externa de mantenimiento que tiene contratada el ISCIII. Esta empresa cobra por cada servicio que hace, por lo que en vez de exigir a VIAS que arreglara las cosas, se ha pagado por ello dos veces. Lo mismo, por ejemplo, ocurrió con la empresa concesionaria de hacer las salas refrigeradas. Estando en garantía y no habiendo diseñado bien algunas (por no cumplir las especificaciones de los pliegos), se ha encargado también de arreglarlas la empresa de mantenimiento, en vez de reclamar a la empresa que las hizo. Próximo capítulo: las subcontratas del Instituto Carlos III de Majadahonda, «un derroche de dinero público».

Majadahonda Magazin