GREGORIO Mª CALLEJO. A finales de los años ochenta varias bandas ya míticas impulsaron un nuevo estilo de rock en la escena underground, especialmente en Inglaterra, pero con rápida difusión a Estados Unidos, Sudamérica y el Este de Europa. My Bloody Valentine, Slowdive y Ride pusieron de moda un sonido que mezclaba la melodía y el ruido, las guitarras llenas de efectos y reverberaciones ensambladas con melodías evocadoras. Ruido y dulzura entre los que se podía percibir débilmente la voz de los cantantes, difuminada, apenas percibida entre tantos efectos sonoros. La prensa inglesa calificó a estos grupos como “shoegazers”, palabro que conjunta al verbo to gaze (mirar fijamente) y al sustantivo shoes (zapatos). Mientras nos envolvían en sus encantadores guitarrazos, tocaban mirando al suelo y su rostro lo cubrían medias melenas propias de los primeros años noventa.


Pinkshinyultralabast

En Estados Unidos Catherine Wheel, en Argentina Soda Stereo, en República Checa The Escstasy of Saint Theresa… en pocos años el shoegaze tomó la escena indie y underground del rock mundial. Pero sin el éxito comercial que sí que tuvieron las bandas grunge de la misma época (Nirvana, Pearl Jam…) el shoegaze pasó de moda. Esa música que pretendía ser un rayo de sol cálido en una mañana fría, que buscaba la perfecta canción pop-rock, la melodía sobrecogedora entre una tormenta de guitarrazos, dejó de oírse incluso en la escena indie. Sin embargo, desde hace algunos años vemos un repunte del género, un refrescante revival con bandas que tomando la idea original de aquellos grupos, se adaptan a los nuevos tiempos. Al amparo de estaciones de radio como DKFM Shoegaze Radio o festivales como el de Osaka, el mundo del rock no deja de tributar homenaje constantemente a esta forma tan especial de mezclar noise y pop melódico. Este es un repaso por algunas de las más interesantes del panorama actual: Pinkshinyultralabast: Ando un poco perdido, pero diría que con Motorama son los dos grandes iconos del indie ruso actual. Pinkshinyultralabast hacen un música colorista, que combina el shoegaze con el dream pop y que ha evolucionado al uso cada vez más relevante de sintetizadores y elementos electrónicos. Desde su E.P “Happy songs for happy zombies” a “Grandfeathered” se aprecia evolución por lo onírico, lo intimista y los ritmos pegadizos (“In the hidden gardens”). Música para tumbarse en un bosque cercano a su San Petesburgo y dejarse mimar por algún débil rayo de sol.

Linda Guilala: La influencia del shoegaze en bandas españolas era ya manifiesta en Los Planetas y en mis tan admirados Nadadora. Otros grupos como Blacanova y más modernamente Seven Tin Stars, Odio Paris o los gallegos Deus, han adaptado el estilo a sus propuestas musicales. Linda Guilala hace un pop rock vibrante y potente dentro de las cuidadas producciones del sello Elephant. Psiconáutica se publicó en 2016, y su portada es ya una puerta de entrada a lo que vamos a escuchar: un universo de millones de colores, una impresionista búsqueda de sonidos perfectos. Canciones cortas, pegadizas, embriagadoras entre las que se cuela la voz trémula de Eva María López enviándonos mensajes enigmáticos e inquietantes (“En ciudades pequeñas, dónde todo el mundo se encuentra, nadie te lo va a perdonar”, Fobia social II)

Pastel Blue: Desaparecieron hace ya cinco años y sólo publicaron un disco. Pero… ¡que disco! Pastel Blue representan el gusto japonés por perfeccionar el sonido shoegazer sin caer en las empalagosas melodías propias del J pop. Entre las numerosas bandas japonesas del género (los atronadores Burrrn, el sonido monótono y épico de Lemon´s Chair, la dulzura pop de Broken Little Sister, o los ortodoxos Cruyff in the Bedroom) destaco a esta banda que en 2010 extrajo todo el jugo de la esencia shoegazer en su álbum “Blue Demos”, una joya de sonidos envolventes y delicados y que a mi juicio compusieron, sí, la perfecta canción pop: Low key, una maravillosa exhibición de texturas diferentes en guitarras de melodías hermosas y punzantes.

Trementina: Latinoamérica genera infinidad de bandas aferradas al shoegaze. Desde los míticos Resplandor (Perú) y Soda Stereo (Argentina) pasando por bandas menos conocidas como Carnival Animals (México). Trementina son chilenos. “Electricidad y emoción”, dice el título de una entrevista que leí en internet. Noise pop eléctrico, fuerte y a la vez con un marcado gusto por melodías evocadoras remitidas desde una de las esquinas del mundo, la ciudad de Valdivia , en la Patagonia. “On Child” es una canción preciosa, pero “Not Everybody it´s the same” es uno de mis cinco temas favoritos de la historia del género. Ritmo, electricidad, buen gusto… (algo así como el juego de nuestro Rayo Majadahonda este año) definen la música de Trementina.

Majadahonda Magazin