
Los cambios de patrocinadores en los grandes clubes suelen ser poco habituales y muy sonados. Son acuerdos multimillonarios y por largos periodos. Las negociaciones pueden llegar a empezar un par de años antes de la renovación y el contrato acaba siendo un importante número de páginas lleno de cláusulas que contemplan hasta el más mínimo detalle. Desde el tamaño del logotipo en la camiseta, pasando por la visibilidad en el estadio o la ubicación en las ruedas de prensa, hasta los variables en función de los puestos alcanzados en las competiciones locales e internacionales. Los patrocinadores son absolutamente necesarios. Quizá no tanto en el fútbol, que tienen importantes vías de ingresos, pero sí para otros deportes menos mediáticos que dependen de otras fuentes para mantenerse.
Es lógico que los patrocinadores busquen en el fútbol la visibilidad que les proporciona, pero la multitud de deportes, especialmente clubes locales, que necesitan su apoyo son casi infinitos. Y aun siendo locales tienen un importante seguimiento y un especial cariño por parte de los aficionados. Muchos de esos clubes y deportistas se sufragan los costes de traslados y entrenamientos de sus propios bolsillos, con un esfuerzo al menos recompensado por la satisfacción de participar y el amor al deporte. Volviendo al fútbol, este año vamos a disfrutar de una interesante temporada. Se prevé una más que interesante competición, con más clubes con posibilidades de romper el duopolio de primera división, y con las siempre animadas segunda y segunda B. Los patrocinadores obtendrán la visibilidad que buscan gracias a que tenemos el mejor fútbol del mundo.





