

Julia S. A.
Numerosas notas enriquecen la parte final del volumen. Al igual que El Quijote se va haciendo barroco o romántico, según el enfoque y el humus del tiempo en que se lee y se interpreta, el cuadro Guernica de Picasso se va tiñendo de matices e interpretaciones a lo largo de su existencia. La autora del libro citado se ciñe principalmente a los episodios que tienen lugar entre los años 1939 y 1958, en el tiempo que la célebre pintura estuvo depositada en el MOMA de Nueva York. Arte y política se mezclan y enredan en la visión e interpretación del cuadro. Los capítulos del libro son: Rue des Grands-Augustins. París, 1937; Guernica o su gestión; Bandera de la retaguardia; La exposición como orden. Nueva York, 1939; Lógica de la copia fotográfica; Pensar Guernica; Pedagogía o publicidad; Lienzo o muro. Mies van der Rohe, 1941 -1943; Política cultural de posguerra. Milán , 1953; Trait d´union. Paris, 1955; Renacimiento, Bruselas, Amsterdam, Estocolmo, 1956, y Vero icono. Quizás le falte al libro una ilustración del cuadro para facilitar la consulta del lector al icono.
FEDERICO UTRERA (*Fragmento del libro inédito «Picasso: cubismo y surrealismo indaliano». El periodista Miguel Ángel Blanco, que escuchó la confesión, quizás anonadado, percibió “el silencio de los archivos, el gesto cansado, la sonrisa, y lo que nunca perderá, la mágica observación de un escenario roto”, hasta que oyó nuevas revelaciones: “Mi actitud es tremendamente pesimista. Yo leía a Nietzsche, a Shopenhauer. Mis dibujos son historias de muerte. En la guerra trabajé bastante junto a Renau. Me dieron una medalla en París, donde participé en la Exposición de Artes y Técnicas de París. Mira, aquí tengo un catálogo de 1937. Fue cuando presentaron al “Guernica”, que no se llamaba así inicialmente sino “Huída de Málaga”, pero el poeta francés Paul Eluard le cambió el nombre. Yo conocí a Picasso en el 36. Creo que me quería mucho…”.
¿Los primeros bocetos del “Guernica” eran para un cuadro que iba a ser titulado “Huida de Málaga” y que reflejaba el éxodo de sus paisanos malagueños hacia Almería, la célebre desbandá? ¿O el pintor Jesús de Perceval, autor de este relato, deliraba? No tanto, si tenemos en cuenta los testimonios recabados por Herschel Browning Chipp («El Guernica de Picasso». Barcelona. Ediciones Polígrafa (1991), que sitúa en la visita que, en los primeros días de enero de 1937, hicieron a Picasso varios miembros del Gobierno Republicano, entre ellos Josep Lluis Sert, Max Aub, Juan Larrea y Luis Lacasa, la encomienda de “una gran pintura mural sobre un tema elegido por él mismo”. Sin embargo, la delegación republicana se encuentra con sorprendentes evasivas del pintor. El “golpe” del 36 lleva ya en acción cinco meses y Picasso, como otros muchos españoles y aún más los de la diáspora, no tiene todavía conciencia de la cruel guerra civil en que va a convertirse. Es un artista con 58 años, casi cuatro décadas ya residente en París aunque sin pedir la nacionalidad francesa –que por otra parte no le daban–, que ha sufrido la primera Guerra Mundial y del que casi nadie se ha acordado en España durante toda su madurez. Además, esa pintura mural se la piden miembros de la Embajada de España en París con cargos políticos, para un fin político y para que sirva de propaganda política.

Autorretrato de Perceval (1.937) y la célebre foto de Pérez Siquier de Picasso con el pintor almeriense
Él ya había asumido su cuota parte de solidaridad republicana aceptando la dirección del Museo del Prado y ahora le pedían además pintar. Y le ofrecían dinero, mucho dinero. Y a toda una “generación” de jóvenes pintores españoles para exponer junto a él, que odiaba los grupos y las colectividades artísticas aún siendo tan originales como el surrealismo. ¿Pensaría en ese proverbio de Antonio Machado que canta al “españolito que vienes / al mundo, te guarde Dios. / Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”? Ya Renau le había ofrecido la dirección del Prado para participar de esta forma “en esta guerra santa contra el fascismo”. Quería además que viniese a Madrid para “convivir con este magnífico pueblo español” que “con el puño y el corazón en alto, derramando a raudales la sangre Antigua de sus venas”, iba a alcanzar la cúspide del mundo peleando hermanos contra hermanos. Triste sino que Picasso declinó.











El “ateísmo estético” de Antonio García Trevijano: retrato de Federico Utrera (link: https://editorialhijosdemuleyrubio.com/?p=2133) editorialhijosdemuleyrubio.com