FERNANDO BRUQUETAS DE CASTRO. Solo uno de mis amigos conservaba algunos números de la revista «Party» en su casa pero ninguno de los nobles conocidos de Madrid, ni de los viejos roqueros de la Movida, incluyendo a Eloy Rosillo entre ambos, había guardado aquella revista que era de colección. Como para mi trabajo de documentar el outing era imprescindible, tuve que acudir a la Biblioteca Nacional de España en el Paseo de Recoletos. Allí estaba acostumbrado a trabajar en la sala de manuscritos, por lo que no tuve impedimento para acceder como investigador. Sin embargo, mi asombro fue mayúsculo cuando –después de acreditarme y rellenar las fichas reglamentarias– pedí todos los números de la revista «Party«. Me dijeron que esperara allí de pie, algo inusual para mí, como para el resto de los investigadores. Me quedé a un lado para no molestar.


Fernando Bruquetas

Al ratito, salió un funcionario joven a entrevistarse conmigo. Me preguntó en qué estaba trabajando. Le dije aquello tan recurrente de que emprendía una investigación sobre antropología social, lo cual me había dado buen resultado siempre. Lo hice así porque no quería comentar que estaba escribiendo el libro de «Outing en España. Los españoles salen del armario«. No se extrañen, porque así solemos actuar generalmente los noveles, desconfiando de todos los que preguntan. Los canarios decimos que «a quien mucho quiere saber, poco se le da a entender». Pero esto no quiere decir que haya que mentirle al médico, cuando indaga los síntomas de una enfermedad… Bueno, entonces creí que por si acaso me robaban la idea, debía decir lo de la antropología y el hombre se fue aparentemente satisfecho con la respuesta, pero luego salió otro e inquirió cuál era mi intención, si pensaba publicar el trabajo, si iba a pedir reproducciones, y de qué tipo; si quería fotos de desnudos de la revista… Hay que recordar que la característica fundamental de «Party» era la publicación de desnudos integrales de modelos y famosos de entonces, masculinos y femeninos, en poses provocativas, además de acompañar las imágenes con algunos textos muy elocuentes.

El caso es que intuí el peligro de que los burócratas no me dejaran consultar la revista por no sé qué posible norma o reglamento interno de la Biblioteca Nacional. Despejé dudas con mi carnet de investigador del Archivo General de Simancas y del Archivo Histórico Nacional. Puse cara de póquer y mencioné a Alicia Girón. A partir de ese momento todo fueron facilidades. Alicia Girón fue la primera mujer, de verdad, directora de la Biblioteca Nacional de España. Todavía hoy se la recuerda como una excelente profesional, de carácter afable y entrañable trato. Después de dirigir la BN marchó a Canarias para dirigir los servicios bibliotecarios de la Universidad de Las Palmas (ULPGC) donde hizo un magnífico trabajo y organizó un eminente plantel, y aquí entre nosotros se quedó. Próximo capítulo: el «outing» gay y el primer desnudo de Bibi Andersen.

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