JORGE RUBIO. El periodista Ángel Villarino ha desvelado en El Confidencial el caso de un timador que ocultaba varias de sus empresas en un chalet de Majadahonda. Alberto García Rojas es el nombre de este empresario al que se le acusa de crear un entramado societario con el que engañaba a otros emprendedores concertando viajes de negocios a otros países como Kosovo. «Meses después del viaje, las empresas que participaron están recibiendo notificaciones de la Seguridad Social en las que se les solicita que, ante cualquier pago pendiente a AGR Opening Markets, hagan llegar la suma a la Tesorería para saldar deudas. Aunque dice que ha pasado buena parte de su vida en el extranjero, hay un largo rastro de las actividades de García Rojas en la administración española. En documentos oficiales aparece citado a declarar en varios juicios (al menos uno por impago), en relación a embargos, a sanciones de Hacienda, liquidaciones, concursos de acreedores… Está vinculado a unas 20 empresas de lo más variopinto, casi todas inactivas y varias con sede en un chalet de Majadahonda (Madrid)». De todas ellas, «las dos únicas que parecen en funcionamiento son la propia AGR Global Markets y B2Company Health, una consultora de sanidad. Ambas tienen como administrador único a un tal Poienar Tudor Romica, un ciudadano rumano que vivió algún tiempo en España y que, según el propio Rojas, está de vuelta en su país. En algunos documentos, el domicilio habitual de Tudor es la propia oficina de García Rojas, un descuidado semisótano con cuatro habitaciones convertidas en despachos en el centro de Madrid, cerca del Hospital de la Milagrosa», explica el periodista.


El «viaje de negocios» a Kosovo resultó una estafa

«Los participantes en el viaje comercial siguen indignándose cuando se acuerdan de lo sucedido. Narran por ejemplo la escena vivida con el ministro de Comercio kosovar, Endrit Shala, que les atendió unos minutos. “Se dirigió a nosotros como inversores y nos habló de las condiciones fiscales, de la mano de obra tan barata… Nos pidió que influyésemos en nuestro gobierno al regresar para que en Madrid acepten de una vez la independencia de Kosovo. Les habían vendido que éramos gente con ese nivel de influencia. Salimos de ahí con un mosqueo tremendo. Alguien nos estaba tomando el pelo”, señalan algunos de los empresarios estafados. «Algunos de los presentes lo narran como un sainete y otros como una historia de terror, en la que hubo quien llegó a pasar miedo. “Fue increíble. El segundo día nos metieron en un restaurante, en una mesa con un montón de gente, y empezaron a pedir botellas de vino caro como si fuese agua. Aquello no tenía ningún sentido. La gente comía y bebía, pero no se hablaba de negocios. Después, cuando acabó la cena, nos dijeron que teníamos que pagar nosotros la cuenta, que en Kosovo es la costumbre. Nos sentimos estafados y humillados. He estado en cientos de encuentros comerciales por todo el mundo y no había visto nunca una cosa parecida”, concluye el reportaje.

Majadahonda Magazin