La Guardia Civil está investigando el creciente número de denuncias por «secuestro virtual» que está sacudiendo Majadahonda, así como otros pueblos vecinos de la zona noroeste. El «timo» trata de aprovechar la falta de contacto de un propietario/a adinerado con algún familiar directo para que, junto al miedo y a rapidez de acción, formen un «cóctel» explosivo y la víctima, generalmente personas de avanzada edad, transfiera una cantidad de dinero a los «secuestradores». La alerta ha saltado recientemente en Las Rozas, donde se han registrado cinco denuncias por delitos de este tipo en la última semana y el «modus operandi» fue siempre el mismo: Las víctimas de estos «secuestros» recibieron una llamada en la que se solicitaba un rescate para que se liberase a un familiar que había sido presuntamente secuestrado. Según los investigadores, las llamadas tienen origen en Sudámerica y se producen aleatoriamente a teléfonos fijos de urbanizaciones de lujo en la zona. En los últimos meses ya se habían producido denuncias similares en municipios de Pozuelo, Majadahonda y también en Las Rozas, en los que se está experimentando un repunte de esta práctica delictiva.
«A través de este método, los estafadores pretenden conseguir dinero rápido, unos 10.000 euros, amenazando con matar al secuestrado, en caso de que no se realice la entrega. Para causar un mayor impacto, no dudan en incluir grabaciones de la supuesta víctima pidiendo auxilio a sus familiares. La Guardia Civil ha explicado que, en caso de recibir una de estas llamadas, se debe alertar inmediatamente a los Cuerpos de Seguridad, y tratar de localizar a nuestro familiar, para confirmar su paradero», detalla la agencia Europa Press.
Europa Press recoge el relato de una de las víctimas que ha denunciado uno de estos secuestros virtuales tras recibir a primera hora de la mañana la llamada en cuestión: «estábamos durmiendo. Nos llevamos un susto tremendo. Empezaron a insultarnos y, con mucho ruido de fondo, nos pusieron una grabación de un hombre que gritaba papá ayúdame, págales lo que quieren o me matan«. El relato prosigue detallando que «los falsos secuestradores les pidieron un número de teléfono móvil para continuar la comunicación y que aprovechando la circunstancia rápidamente llamó al 112 y a la mujer de su hijo, que vive en otro municipio, para contarle lo que estaba sucediendo. Inmediatamente nos llamó nuestro hijo diciendo que no le habían secuestrado. Que estaba tranquilamente desayunando «.
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