Vicente Araguas: «Majadahonda es una parte fundamental en mi vida. Piensen que vine a un pueblo, cuyo recuerdo me vivifica todavía, también porque cuando llegué era medio siglo más joven»

VICENTE ARAGUAS. Poeta y escritor, autor de “Enseñando Poesía en la Escuela” (Magíster/ Pigmalión). Febrero de 2024. Majadahonda, claro, es una parte fundamental en mi vida. Piensen que vine a un pueblo, todavía, cuyo recuerdo me vivifica, también porque cuando llegué era medio siglo más joven. Lo he visto crecer hasta triplicar la población, y me quedo corto. Vivo en el centro, calle San Isidro, y tengo de todo, tiendas,  gimnasio, bancos, oficinas al alcance de la mano. Pero es que si necesito más aire, soy deportista, la Dehesa y el Monte del Pilar, me esperan. Con esa gente guapa, majariega o de fuera, con quienes tan bien me siento. Majadahonda ha crecido de modo satisfactorio, aunque, ¿por qué no decirlo?, me sobren terrazas invadiendo aceras, y no hablo de la Gran Vía, sino de Doctor Marañón, pongo por caso, eche en falta una cubierta en el Cerro del Espino, soy socio 49 del Rayo y modesto accionista, o quisiera más oferta cultural, la Casa de Cultura se ha quedado pequeña y el Alfredo Kraus, tan bonito por fuera como patético por dentro, no es sino sucedáneo del Auditorio que merecemos. Como nos merecemos esa cooperativa cinematográfica del Zoco, a la que igualmente pertenezco. 


Vicente Araguas

Y podría seguir, siempre desde el amor que esta ciudad, ya mía, junto a mi Neda natal y mi Olomouc (Moravia) sentimental, me inspira. Y con ese amor va el cariño que siento por los majariegos autóctonos, un mundo tantas veces aparte de quienes tomaron, erróneamente, esta ciudad como lugar de paso o, simplemente, dormitorio. Esos majariegos, descendientes de quienes bajaron de Segovia con sus rebaños representan una referencia de cómo el señorío se transmite en la sangre. Y citemos una vez a Cervantes cuando hace decir a uno de sus personajes que “el lenguaje puro, el propio, el elegante y claro, está en los discretos cortesanos, aunque hayan nacido en «Majalahonda”. Esto de «Majalahonda«, por cierto, lo repite Quevedo en “El Buscón”, a propósito del clérigo viejo,  poeta chirle, sacristán que había sido en nuestro pueblo: el de “Pastores, ¿no es lindo chiste?”

Majadahonda Magazin