LIDIA GARCIA. Sus padres son Carmen Romero y Javier Baringo y a ellos le debe casi todo. Se ha formado en Majadahonda, donde está su familia y la gente que quiere, pero pretende desarrollar su carrera como jugadora profesional de waterpolo en la élite y estudiar la carrera de Sociología en EEUU, porque confiesa que «en España no hay tantas facilidades». La burocracia y endogamia universitaria está reñida con el deporte. Su entrenador Manu la formó en el Centro Deportivo Municipal de Huerta Vieja y ya en 2011 estuvo en dos finales del campeonato de España. Ella dice que la privatización de la piscina municipal de Majadahonda terminó por hacer desaparecer el club en el que entrenaba, se pasó al Waterpolo y fue campeona de Europa en Baku 2015 y subcampeona del Mundo en Auckland (Nueva Zelanda) contra Rusia. Es Carmen Baringo, majariega de pro.


«La relación entre Carmen Baringo y el waterpolo dio comienzo de la mano del CN Majadahonda, donde se formó en un primer momento como nadadora. Fue al cumplir los 14 años cuando la desaparición del club por falta de recursos con los que sufragar su proyecto deportivo, derivó en su llegada al CN Cuatro Caminos motivada, principalmente, por que su hermano ya había comenzado a jugar a waterpolo años atrás. En ese momento, el combinado madrileño contaba con representación en la Liga de Primera División, por lo que con la intención de continuar su formación en categorías inferiores estuvo cedida en el CN La Latina para poder jugar la Liga juvenil, con el que llegó a proclamarse subcampeona de España». El periodista Enrique Toste entrevistó en Waterpolista.com a la deportista majariega más célebre de este deporte.

Al cumplir los 19 años decidió cruzar el charco para irse a Estados Unidos, una experiencia que define como “mágica, en todos los sentidos”. “Ha tenido sus más y sus menos, pero como toda experiencia vital y tan enriquecedora como esta. Tengo todo tipo de oportunidades y recursos para cumplir cada uno de mis objetivos“, añade una jugadora que sin ir más lejos, a nivel académico ha vuelto a “ilusionarse por los estudios y aunque al principio el sistema no me convencía, ahora me apasiona y tengo problemas porque quiero estudiar demasiadas cosas“.

En lo que respecta a la parcela deportiva, Carmen Baringo explica que para ella es “prácticamente un lujo“. “La profesionalidad con la que se trata aquí al deporte es una maravilla. Además, poder vivir la experiencia americana en Hawai está siendo un sueño. Sí que es verdad que los que me conocen saben que odio estar tan lejos de los míos y por supuesto que hay veces que se hace duro, pero me siento muy orgullosa y agradecida de poder vivir lo que estoy viviendo aquí“, argumenta una deportista que confiesa que la idea de irse a USA entró a su cabeza “cuando empecé a pensar en un posible futuro en cuanto a los estudios. Al principio fue un castillo de arena, pero cuando estaba cursando bachillerato la idea tomó forma y empecé a planear un proyecto a ‘largo’ plazo de dos años, en el que tenía que cumplir una serie de objetivos individuales para poder irme becada a una universidad americana“, explica la deportista en esta revista especializada.

Sobre las diferencias que presenta el waterpolo norteamericano con el español recuerda el momento cuando llegó a lo que “llamaban waterpolo en Estados Unidos”, puesto que según explica “no tenía nada que ver con el deporte al que yo jugaba. Ahora lo veo con más perspectiva, y como todo, tiene sus cosas buenas y algunas… diferentes. Al fin y al cabo sigue siendo waterpolo. Pienso que la principal diferencia, entre unas cuantas, es que el waterpolo europeo, usando términos moderados, es mucho más físico y se centra más en el contacto. El waterpolo de Estados Unidos es más técnico y cuadriculado”. Justo por eso reconoce que lo que más echa en falta es “la pasión y el cómo se vive el waterpolo en España, tanto dentro del agua como en las gradas”.

“Cuando llegué al equipo recuerdo jugar un partido clave en mi primer torneo en el que empatamos en el último segundo. Yo celebré, obviamente, ese gol y recuerdo alzar mis dos puños al aire y gritar. Mi entrenadora habló conmigo después del partido y me dijo que eso no podía hacerlo, que nadie celebraba los goles allí y que no podía expresar mis emociones, que aprendiese a controlarme. Yo le dije que no sabía jugar al waterpolo sin el corazón y, bueno, ahora hay veces que tiene que mirar para otro lado cuando marco algún gol“, puntualiza a la par que reconoce un dato algo singular y que para muchos puede ser desconocido y chocante:

“Aquí el waterpolo español lo meten en el mismo saco que al italiano, griego, húngaro… y se convierte en el waterpolo de Europa, donde estamos todos locos y nos pegamos los unos a los otros. A España se la tiene respeto gracias a los títulos conseguidos por las respectivas selecciones, y se nos tiene en cuenta como uno de los países referentes en la cima del waterpolo mundial. Aunque en Estados Unidos no haya mucha proyección de puertas afuera, es después de la liga universitaria cuando las jugadoras empiezan a interesarse y buscan jugar profesionalmente fuera de su país y probar principalmente en Europa“, comenta.

EL CUATRO CAMINOS Y EL CENTRO DE TECNIFICACION DE MADRID. “Lo cierto es que en Cuatro Caminos pasé cuatro años inolvidables, gracias al club, en los que aprendí como jugadora y como persona”, reconoce la deportista madrileña, quien en su segundo año en las filas del Cuatro Caminos entró en el Centro de Tecnificación de Madrid, doblando las horas de entrenamientos, algo que según reconoce a Waterpolista.com le permitió “aprender todo lo que me fue posible para poder formar parte de la selección española junior“. EL SANT ANDREU, LA COMPETICION EUROPEA Y LA SELECCION. Al terminar el instituto y con ello su etapa en el centro, dio el salto a la ciudad condal para formar por el CN Sant Andreu con quien debutó en la Liga de División de Honor. “Sant Andreu fue el salto que me faltaba como jugadora, y el puente para poder irme a Estados Unidos“, puntualiza. Con la selección junior fue hasta en dos ocasiones subcampeona de Europa y una vez subcampeona del mundo, y gracias a ese camino, “desafortunadamente corto“, con el Sant Andreu pudo experimentar por primera vez durante un año jugar la liga más competitiva de España en un equipo que según Baringo “lucha por los primeros puestos, participa en la competición europea y ser una pequeña parte de la selección española absoluta”.

Majadahonda Magazin