
Fue Leo Gerstenzang, un inmigrante polaco afincado en Estados Unidos, quien en los años veinte observó a su esposa enrollar algodón en palillos para limpiar los oídos del bebé. El gesto —tierno, práctico— inspiró al ingenioso Gerstenzang a diseñar un producto comercial que uniera seguridad, higiene y comodidad.
MIGUEL SANCHIZ. (12 de agosto de 2025). El Ingenio Invisible. El bastoncillo de algodón: un invento con forma de caricia. Cuando el cuidado se volvió cilindro. Nacido del gesto maternal. Fue Leo Gerstenzang, un inmigrante polaco afincado en Estados Unidos, quien en los años veinte observó a su esposa enrollar algodón en palillos para limpiar los oídos del bebé. El gesto —tierno, práctico— inspiró al ingenioso Gerstenzang a diseñar un producto comercial que uniera seguridad, higiene y comodidad. Así nacieron los “Baby Gays”, comercializados desde 1923 y luego rebautizados como Q-tips. Diseño que toca sin herir. El bastoncillo de algodón es una especie de mediador entre el cuerpo y el mundo: toca donde no llegan los dedos, aplica donde no alcanzan los pinceles, absorbe lo que otros no logran eliminar. Aunque asociado a la higiene auricular, su versatilidad es sorprendente. Sirve para corregir, limpiar, aplicar, secar o incluso retocar.

Miguel Sanchiz y sus Encuentros con la Historia que este verano se transforman en «Ingenios Invisibles»
MULTIHERRAMIENTA SILENCIOSA. Artistas, maquilladores, restauradores y hasta científicos han hallado en él un aliado. ¿Quién no ha usado alguna vez un bastoncillo para corregir un trazo, limpiar un pequeño resquicio o aplicar una gota exacta de medicamento? Su estructura simple esconde una polivalencia extraordinaria. Reinvención sostenible. La conciencia ambiental ha obligado a revisar su fabricación. El antiguo palillo de plástico ha sido sustituido por tallos de papel o bambú, y los envoltorios por materiales compostables. La Unión Europea prohibió en 2021 la comercialización de bastoncillos con tallo plástico. EL OBJETO NO HA DESAPARECIDO: HA EVOLUCIONADO. Pequeño gran gesto: Pocas cosas representan tan bien la suma de sencillez, utilidad y ternura. No transforma el mundo, pero sí lo mejora en gestos mínimos. Un oído más limpio, una herida más cuidada, un error menos visible. Eso hace el bastoncillo: pulir la vida. El bastoncillo de algodón apenas ocupa espacio, no pide protagonismo y suele venir por cientos, como si la propia modestia formara parte de su diseño. Pero si desapareciera, lo notaríamos. Porque incluso lo invisible deja huella.
fantàstico como siempre! esperando el siguiente ingenio invisible!
Nuevamente interesante y ameno, Muchas gracias Miguel , otro pequeño gran invento desvelado por tu magnífica pluma.
Es una maravilla leerte, gracias Miguel
Mamá y algodon. ¡Tenía que tener efectos curativos! : para la otitis de la niñez, bastoncito de algodón empapado de aceite caliente y «Sana, sana…». Para los rasguños en las sufridas rodillas, bastoncito de algodón empapado de mercromina y «sana, sana…». Y siempre terminar con un beso. Gracias Miguel
Solo gracias Miguel
por estás notas que colaboran al conocimiento
Gracias amigo
Siempre eligiendo lo más insignificante para hacerlo importante. Siempre ingenioso.
Gracias por tu ingenio Miguel. Siempre un placer leerte
Estoy segura que después de leerte todos miramos a los pequeños bastoncillos con una sonrisa de complicidad