«A lo largo de mi vida, he visto cómo la globalización ha traído numerosos beneficios, pero también cómo ha planteado desafíos significativos para la civilización occidental. La globalización es un fenómeno inevitable, pero cómo nos adaptamos y respondemos a ella definirá nuestro futuro».

MIGUEL SANCHIZ. (5 de septiembre de 2024). Hoy, he tenido una idea diabólica: pensar en la globalización y creo que me he extendido más de la cuenta. A mis 91 años, he sido testigo de cambios monumentales en el mundo, muchos de ellos impulsados por la globalización. Al mirar atrás, desde la perspectiva de un veterano que ha vivido casi un siglo de transformaciones, veo cómo este fenómeno ha moldeado y retado a nuestra civilización y al pensamiento occidental. Recuerdo una época en la que la vida era más simple y las influencias extranjeras eran mínimas. Las tradiciones locales eran el núcleo de nuestra existencia y la diversidad cultural no se percibía en la vida cotidiana como ahora. He visto cómo la riqueza cultural que la globalización ofrece puede enriquecer nuestras vidas, pero también cómo puede amenazar nuestras identidades locales y tradiciones. A lo largo de mi vida, he visto cómo las festividades y costumbres locales han sido desplazadas por celebraciones más globalizadas, como Halloween o el «Black Friday«, relegando a un segundo plano eventos que solían ser centrales en nuestras comunidades.

Miguel Sanchíz

La velocidad a la que se difunde la información en la era de la globalización es asombrosa, pero también preocupante. En mis tiempos jóvenes, la información se recibía de manera lenta y controlada. Ahora, con la avalancha de noticias y la proliferación de desinformación, discernir la verdad se ha vuelto una tarea monumental. En el ámbito económico, la globalización ha traído consigo cambios drásticos. La deslocalización de industrias y la búsqueda de mano de obra barata en otros países han dejado un vacío en muchas comunidades occidentales, que ahora enfrentan el desempleo y la precariedad laboral. Este fenómeno genera tensiones sociales y una sensación de inseguridad sobre el futuro que, en ocasiones, desemboca en movimientos populistas y en un rechazo a la propia globalización. A lo largo de mi vida, he visto cómo la globalización ha traído numerosos beneficios, pero también cómo ha planteado desafíos significativos para la civilización occidental. La globalización es un fenómeno inevitable, pero cómo nos adaptamos y respondemos a ella definirá nuestro futuro. A mis 91 años, tengo la esperanza de que las generaciones futuras encontrarán maneras de aprovechar lo mejor de este fenómeno, sin perder de vista lo que nos hace únicos

 

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