El Rio Belelle (Neda) y el Río Grande de Xuvia, nombre altisonante, para su corto recorrido, 32,5 quilómetros, dispone de una belleza singular, y una fuerza motriz interesante. Bien que de esta manera me quedé este sábado de agosto, viendo cómo tan cerca de mi Neda brillaban los fuegos artificiales de un verano sin ellos y sí con las flores de albricias de la alegría familiar. Que buena falta nos hace, en un país envejecido, y que salten y brinquen, y hasta vendan pulseras los niños mañosos»

VICENTE ARAGUAS. (18 de agosto de 2025). Los ríos de mi tribu en Galicia. Mi infancia, lo digo siempre, es tranviaria (ya no quedan tranvías en mi patria) y, definitivamente, fluvial. Cuando hablo, y lo he hecho muchas veces, del río de mi casa, no pretendo más propiedad que la del corazón. Esa víscera cordial que bombea acelerada, que se alebresta (de liebre, tal vez, aunque los repertorios digan otra cosa). Ah, pero el tranvía, Porto-Neda, pasaba junto a Toeleira, 34, y el Río Grande de Xuvia lo hace a «una “carreiriña de can”. Medida de distancia gallega, “carrerita de perro”, sumamente (im)precisa, y que a mí me vale. En donde lo acaricio el Xuvia es ya ría, a la que vienen a dar el Basteiro (Canigote en su último tramo) y el Belelle, uno de los ríos más limpios de España, con su docena de molinos, en su momento activos. Hoy otras son las energías harineras pero, también, otros los usos que dar a edificios tan bucólicos, como Neda tiene, como Neda es. Un pueblo sin ríos es como una cebra sin rayas o un león desdentado. Y Galicia, y no solo por ellos, del Miño y el Sil para abajo, bien que el primero de ellos la recorre tangencialmente y vaya a desembocar en la parte inferior del país, fronterizo con Portugal, es húmeda, radicalmente húmeda, aunque Ourense, en verano, marque algunas de las temperaturas más altas de España. Ourense sobre el Miño, naturalmente. Como Lugo.

«Las flores de albricias de la alegría familiar»

EL RIO GRANDE DE XUVIA, nombre altisonante, para su corto recorrido, 32,5 quilómetros, dispone de una belleza singular, y una fuerza motriz interesante. Pomponio Mela ya lo citaba entre los que van al “Magnus Portus Artabrorum”, rías de Ferrol, Ares, Betanzos y Coruña. Y para mí, que hice a pie sus orillas en su momento (y he de volver a ello), lugar de solaz, físico y mental. Ayer, precisamente, en la parroquia de Pedroso (Concello de Narón), en un recanto bellísimo del Xuvia, tenía lugar un festival llamado “Gulliver”. En el medio de una campa naturalísima, apta para cumprir el papel de un Woodstock redivivivo. No, no había música a lo grande, sí a lo discreto (los sonidos del silencio son, pueden y deben ser mucho más que un tema de Simon & Garfunkel), entonándola un gentío guapo, padres jóvenes con muchachitos felices, veteranos de campañas “hippies”, ellos y ellas con cabellos largos, ideas, también, y -algunos- sumergiéndose en el río. Eso sí, con bañador. Que Woodstock era, ya se sabe, otra cosa. También con estupefacientes y estupefactos.

En la parroquia de Pedroso (Concello de Narón), en un recanto bellísimo del Xuvia, tenía lugar un festival llamado “Gulliver”.

A LAS ORILLAS DEL RÍO BELELLE. Bien que de esta manera me quedé este sábado, 9 de agosto, viendo cómo tan cerca de mi Neda brillaban los fuegos artificiales de un verano sin ellos y sí con las flores de albricias de la alegría familiar. Que buena falta nos hace, en un país envejecido, y que salten y brinquen, y hasta vendan pulseras los niños mañosos, saludos, Valeria, al son de la alegría campestre, al borde del río de mi casa. A las orillas del Belelle, limpio como aquellas patenas que decíamos, río de 23, 4 quilómetros, dueño de una cascada, “Fervenza”, por definición, hermosísima, suelo dedicarle mis atardeceres. Sí, también me ocupo de cuestiones gastronómicas, pero esto en Galicia es pleonasmo, claro, y hablen de ello quien más saben. Yo me conformo con un pulpo “á feira”, pimientos de Padrón, o del Couto, una tortilla de Betanzos, incluso una humilde zorza y unas bolla o bica de Neda. Y adelante, que a mí me basta con los paisajes que aquí se me ofrecen, el sosiego, una vaca por aquí, una cabra detrás de una cerca. Y el agua prodigiosa del Belle y el Río Grade de Xuvia. Y otro día iré un poco más allá. Gracias por seguirme.

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