El encendedor fue inventado por Johann Wolfgang Dobereiner en 1823 en su versión más parecida al mechero actual: una piedra que hace chispa y prende una mecha empapada en carburante. Antes se usaba el pedernal y en 1903 el barón Carl Auer Von Welsbach inventa el ferrocerio: la piedra para hacer chispa. A partir de ahí solo había que aplicar el ingenio.

MIGUEL SANCHIZ. (Majadahonda, 3 de septiembre de 2025). El Ingenio Invisible. El mechero: el fuego en el bolsillo. Una chispa y una llama. Así de simple, así de decisivo. El mechero es una herramienta pequeña, portátil, casi siempre olvidada… hasta que se necesita. Sirve para encender cigarrillos, fogones, velas, fuegos, hogueras. Y con él se encienden también recuerdos, rituales, urgencias o gestos de camaradería. En un verano de incendios parece inapropiado o políticamente incorrecto loar al mechero pero ante esta catástrofe conviene también recordar que la «invención» del fuego (o por mejor decir, su conservación) fue decisivo en el salto evolutivo del ser humano. Y es que ya dijo el Dalai Lama desde su residencia de Dharamsala (India) cuando le preguntaron qué pensaba de la tecnología y respondió que si se utiliza de una manera beneficiosa o perjudicial no tiene nada que ver con la tecnología. Más aún, depende de las intenciones del usuario. Dijo: “Si tengo miedo y odio en el corazón, intentaré matarte con un tenedor. En cambio, si tengo amor, te daré alimentos con el mismo utensilio”.

Miguel Sanchiz y sus Encuentros con la Historia que este verano se transforman en «Ingenios Invisibles»

El bien y el mal, del pedernal al gas, encender fuego ha sido una obsesión humana desde el Paleolítico. Durante siglos se usaron pedernales, yesca y eslabón. Luego vinieron las cerillas, y por fin, en el siglo XIX, los primeros mecheros: primero de piedra y aceite, luego de gasolina. El gran salto llegó con el gas butano y el encendido piezoeléctrico: ligeros, recargables o desechables. En resumen, el mechero no es más que un botón y una llama. Pero detrás hay siglos de ingenio, química, diseño y cultura. Un ingenio invisible que convierte el fuego en gesto, en recurso, en instante de calor y luz cuando más se necesita. DISEÑOS PARA TODOS: Existen mecheros de lujo, de colección, personalizados, con logo, con linterna o con abrebotellas. Los más comunes son de plástico y metal, recargables o no. Algunos tienen llama regulable, otros son antiviento. Se venden en estancos, gasolineras y bazares. Cabe en un bolsillo y pesa casi nada.

Los primeros «mecheros» del ser humano

ALIADO DE GESTOS Y SÍMBOLOS: Más allá de lo práctico, el mechero está cargado de simbolismo: es parte de la iconografía del fumador, de la bohemia, del rebelde. En conciertos se alzaban mecheros encendidos como homenaje. En la ficción, salvar a alguien con un mechero es casi un cliché. Y sin embargo, sigue funcionando.  PEQUEÑO PERO NO INOCENTE: El mechero también es peligro: causa incendios, quemaduras o explosiones si se usa mal. Por eso se regula su venta a menores y se alerta de su manipulación. Y sin embargo, pocos objetos tan sencillos son tan versátiles: funde cuerdas, esteriliza agujas, enciende fogatas, descongela cerraduras.

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