«El Sitio de mi recreo» de Antonio Vega, legendario músico fallecido en Majadahonda, o la Plaza de Vicente Araguas: «Por eso, porque me gusta la calma, me refugio en esa placita, mejorable, mejorable, por detrás de la gasolinera y del Hotel Majadahonda, donde es rarísimo encontrar, tan siquiera, gente de paso».

VICENTE ARAGUAS. (Majadahonda, 1 de octubre de 2025). Sitio de mi Recreo. Mira por dónde di en descubrir en los últimos tiempos, no en “mis” últimos tiempos, espero, unas de las plazuelas más gloriosas de Majadahonda, por recoleta, por nada concurrida. Esto último lo digo con ciertas reservas, no vaya a ser el demonio que una vez publicitada el personal dé en ocuparla masivamente. No lo creo, salvo que nuestro Ayuntamiento, tan perezoso para este y otros avatares, decida adecentarla, limpiando los bancos, poniendo césped en donde ahora todo es desolación en forma de gravilla, colocando algunas jardineras. Eso sí, si tal hicieran, solo les pido que no me toquen el pino, si visto lateralmente con maneras de conejo de Pascua, que va creciendo, deseoso de ocupar un sitio en mi banco preferido. Donde suelo sentarme cuando ando por la zona, volviendo del “Equinoccio”, por ejemplo o, incluso, luego de nadar en ”Go Fit”, si me apetece tomar la carretera que de Majadahonda lleva a Boadilla (o viceversa). Esta placita, plazuela, plazoleta, surgida al azar o el albur de las edificaciones próximas, brota en lo que no hace tanto era zona de descampados, campos de cultivo anteriormente, y antes -aun- campos de batalla, vid, “La Batalla de la Niebla”, una de las tres por la posesión de la Carretera de La Coruña. Espero un día de estos, acabo de comprarlos vía internet, los sellos que en aquel tiempo, 1937, Rumanía, la precomunista, desde luego, pusiera en circulación para glorificar a sus “guardianes de hierro” caídos en donde estuvo hasta no hace tanto (la historia de Majadahonda reciente se condensa en ese reiterado, pòr mí, por todos, “no hace tanto”) el edificio de Radio Argentina. Ahora debo conseguir el sello cubano dedicado a Pablo de la Torriente, caído en Romanillos. A los Mota y Marin ya los homenajean sus cofrades.

Vicente Araguas

A Pablo algo le debe Majadahonda, tal vez una calle o callejón o placa próxima a la de su gran amigo y cantor Miguel Hernández, quien si tiene vía pública en su honor. Y falta por averiguar si el inmenso poeta oriolano estuvo entre nosotros en aquellos días bélicos que se llevarían por delante a su amigo y camarada Pablo de la Torriente Bru. Pero la vida siguió después del hachazo “homicida” (“invisible”, no, desde luego) si se me permite la cita/ glosa de Miguel Hernández, tan citable/ glosable siempre, que supuso la guerra y lo que vino a continuación, vivido por muchos de nosotros, veteranos ya de casi todo. Por eso, porque me gusta la calma, me refugio en esa placita, mejorable, mejorable, por detrás de la gasolinera y del Hotel Majadahonda, donde es rarísimo encontrar, tan siquiera, gente de paso. En la que estoy leyendo estos días, sentado en el banco, junto a ese pino que quiere subir en él y hacerme compañía, “Cordel de Extraviados”, de Federico Utrera, un libro estupendo sobre literatura y arte escrito por una joven promesa, cuando lo escribió, hoy, fruto bien granado, del periodismo en particular y de las letras en general.

«Este «sitio de mi recreo»: esos cipreses, elegantes, enhiestos, donantes de reflexiones a quienes atienden a su punto místico»

EL «SITIO DE MI RECREO», UNA CANCIÓN DEL MÚSICO ANTONIO VEGA, FALLECIDO EN MAJADAHONDA, QUE DA NOMBRE A UNA ÉPOCA. Pero de tal libro, editado por “Ediciones del Cabildo de Gran Canaria” he de hablar por lo menudo otro día, que hoy quiero concentrarme en la visión de lo mejor de este sitio de mi recreo: esos cipreses, elegantes, enhiestos, donantes de reflexiones a quienes atienden a su punto místico. Ellos, algún otro árbol y –definitivamente- mi “pinito del oro”, como aquella maravillosa trapecista canaria, a la que tuve la suerte de ver en directo en sus últimos años, a bordo de su artefacto volador, y la presencia de su marido –abajo- como única red. Que no nos falten aquellas de las que dependemos en estos años de veteranía a pie de calle. O de plazuela sin nombre.

Majadahonda Magazin