Eythór (Aitor) Yraola, vecino de Majadahonda y catedrático emérito en Islandia, «una vida de aventura»: «Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, este verso de Antonio Machado expresa bien mi andadura. En cada uno de los países en los que he vivido y trabajado he aprendido nuevos valores, idiomas y tenido profundas experiencias que han enriquecido mi vida. Uno se hace muy tolerante y comprensivo con el prójimo. Un egipcio y un islandés tienen en común que ambos persiguen la paz y el bienestar aunque de distinto modo y en distintas culturas».

SILVIA ANULA. Eythór Yraola, vecino nacional de Islandia y catedrático emérito jubilado que ha vivido en el centro de la ciudad durante cinco años, se hizo conocido en Majadahonda por una noticia de MJD Magazin que recogía su intervención en el turno de “ruegos y preguntas” del último pleno del Ayuntamiento de Majadahonda celebrado en julio (2024) y que se titulaba: «Un vecino islandés denuncia «consternado» en el pleno el deterioro del centro de Majadahonda: PP lamenta «no tener la misma percepción». Posteriormente, un medio de comunicación nacional, el periódico Huffington Post, recogió la noticia y le dio su propia interpretación con este otro titular: “Un islandés emérito vecino de Majadahonda da un señor rapapolvo a uno de los municipios más ricos de España”. Dada la enorme repercusión que se produjo, desde la redacción de este periódico solicitamos una entrevista con Eythór (Aitor) Yraola para conocer más profundamente a la persona que hay detrás del personaje público, ya que es algo curioso y original encontrarse a un vecino de nacionalidad española, islandesa, noruega, norteamericana y egipcia al mismo tiempo. Por ello la primera pregunta era casi obligada: ¿Como ha sido su experiencia en países tan distintos y distantes?. Y a ello Eythór o Aitor Yraola, pues a los dos nombres de pila responde, contesta: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, este verso de Antonio Machado expresa bien mi andadura. En cada uno de los países en los que he vivido y trabajado he aprendido nuevos valores, idiomas y tenido profundas experiencias que han enriquecido mi vida. Uno se hace muy tolerante y comprensivo con el prójimo. Un egipcio y un islandés tienen en común que ambos persiguen la paz y el bienestar aunque de distinto modo y en distintas culturas.


Silvia Anula

Fue boy scout y afiliado a la OJE, descubrió a edad temprana nuevos horizontes en Alemania. Y se ha definido como «mal estudiante de bachillerato, pasable estudiante universitario, rebelde por naturaleza». ¿Puede ampliarnos como fue esa infancia y adolescencia? Eythór Yraola –He sido afortunado tuve una infancia y una adolescencia llena de aventuras en la Naturaleza. A los 16 años hice un curso de vela en Alemania y esa experiencia me enseñó que las fronteras entre los países eran imaginarias, como más tarde se demostraría con la libre circulación de ciudadanos entre los países europeos. Europa es un modelo de armonía social en un mundo plagado de conflictos. Tras un periodo de confusión mental se inclinó «por las Humanidades (y otros estudios exóticos)». ¿Cuales fueron esos estudios ortodoxos y cuales los exóticos y por que?. Eythór Yraola –Bueno, era un joven atípico que solía ir a la biblioteca en lugar de a la discoteca. Estudié Filosofía y Letras, unos estudios que al parecer no servían para nada, pero en realidad me abrieron muchos horizontes intelectuales y tuve profesores magníficos como Aranguren o Jose Luis Pinillos. Luego añadí, a lo largo de mi vida, otros estudios, al parecer igual de irrelevantes, como Filología Islandesa, Lengua Inglesa, Sociología, Comercio Exterior o Historia Contemporánea, que me ofrecieron nuevas perspectivas de conocimiento. En Castilla se dice: “todo hace caldo”… Pues eso ha debido ser, todos los estudios han tenido su función en la sopa de la vida.


Eythór Yraola: «En Islandia todo el mundo trabaja de adolescente en muchos sitios, los ayuntamientos ofrecen trabajos a los jóvenes durante los veranos: segando la yerba de los jardines, cuidando ancianos y recibiendo un salario mínimo. Al acabar los estudios me embarqué 3 meses en un arrastrero durante el invierno porque los sueldos eran, y siguen siendo, muy buenos».

Trabajó un año en comercio exterior, ¿como ha sido su vida económicamente? Eythór Yraola –Después de terminar los famosos estudios de Filosofía y Letras, que aparentemente no servían para nada, conseguí un puesto temporal en la Oficina Comercial de la Embajada de España en El Cairo como asesor de Comercio Exterior. Fue una experiencia fascinante porque viajé por todo el país y conocí de cerca la cultura árabe. Tuve la ocasión de descender solo hasta la tumba de Tutan-Khamon sin caer en ninguna trampa mortal o recibir maleficio alguno. Faenó también en un arrastrero por el Atlántico Norte y fue empleado en una fábrica de redes como obrero no especializado. ¿Algunas anécdotas o recuerdos de esos trabajos y experiencias? Eythór Yraola –En Islandia todo el mundo trabaja de adolescente en muchos sitios, los ayuntamientos ofrecen trabajos a los jóvenes durante los veranos: segando la yerba de los jardines, cuidando ancianos y recibiendo un salario mínimo. Al acabar los estudios me embarqué 3 meses en un arrastrero durante el invierno porque los sueldos eran, y siguen siendo, muy buenos. Un arrastrero tiene una eslora de 80 metros y navega como una cáscara de nuez con olas de 8 metros. No he conocido a gente más brava y valiente que los marineros islandeses que hacían turnos de 4 horas durante meses. En Islandia se dice que “la vida es bacalao” y sigue siendo actualmente. Pesca y Turismo son los pilares económicos de la sociedad.

Eythór Yraola: «Después de terminar los famosos estudios de Filosofía y Letras, que aparentemente no servían para nada, conseguí un puesto temporal en la Oficina Comercial de la Embajada de España en El Cairo como asesor de Comercio Exterior. Fue una experiencia fascinante porque viajé por todo el país y conocí de cerca la cultura árabe. Tuve la ocasión de descender solo hasta la tumba de Tutan-Khamon sin caer en ninguna trampa mortal o recibir maleficio alguno»

Establecido en Islandia durante 14 años, doctorado cum laude, se dedicó a la enseñanza superior. ¿Podría hablarnos de su vida en Islandia contándonos lo mejor y lo peor de ese país? Eythór Yraola –Sobre este tema he escrito todo un libro: “Islandia la Nueva”. Ahí se encuentran las claves de mi interpretación. Un país con 360.000 habitantes que tiene una sociedad modélica, solidaria y bien organizada es un milagro social e histórico, sobre todo en una geografía volcánica que asusta a sus habitantes a menudo (y a los demás europeos) y un clima duro. Bueno, es una sociedad tribal donde todos se conocen, como en las ciudades de provincias en España. En Islandia comencé mi carrera universitaria como hispanista y me doctoré en la UAM con una tesis de Historia Comparada de España que tuvo bastante eco en su día entre los especialistas. También creó una familia en la que «brotaron tres hijos excepcionales». ¿Como ha sido su vida familiar y cual es el presente de la misma y de sus hijos? ¿Es verdad que los hijos salen con las virtudes y defectos de los padres, pero aumentados? Eythór Yraola –A juzgar por los continuos elogios que recibo de mis hijos, creo que he hecho un buen trabajo como padre y puedo marcharme satisfecho del planeta. Mi hijo trabaja en el Reino Unido y mis hijas en Islandia, todos con carreras, parejas y trabajos extraordinarios. ¿Qué más se puede pedir?. Tras una escaramuza racial en la isla, se exiló «a la bella Noruega», donde dice que «trabajó veinte años en una universidad regional llena de mentecatos». ¿Como fue su vida en Noruega? ¿Es la Universidad nórdica tan endogámica como la española y del resto del mundo? Eythór Yraola –Sobre ambos temas he escrito tres ensayos. Las universidades en general son un caldo de cultivo donde florecen bastantes patologías; narcisismo, egolatría, intolerancia, mediocridad intelectual, y las universidades nórdicas no son una excepción. Hay diferencias: en Islandia la Facultad en la que trabajé era un club de amigos con normas de acceso, la universidad noruega, por el contrario, era un satélite alejado del planeta Tierra y eso creaba mucha confusión para nosotros los terrícolas. El Embajador de Noruega en España se echó a reír cuando leyó mi libro sobre su país diciéndome que había sido muy indulgente con mis observaciones. Es agradable hacer sonreír a los demás. Segundo y último capítulo: «Mi vida literaria».

Majadahonda Magazin