Rayo Majadahonda: Gregorio Mª Callejo 

GREGORIO Mª CALLEJO HERNANZ*. Crónica de un desastre anunciado. Solo para Rayistas. Con la habilidad de los trileros y con la avidez de un especulador que ve una oportunidad para forrarse en diez minutos, los dirigentes del Rayo Majadahonda (con el asentimiento de la Liga, la Federación o de quien tenga las competencias en esto) han sustraído a la afición majariega de disfrutar del espectáculo de la Copa del Rey. Nada más conocerse el resultado del sorteo el Rayo se vistió del genial Pepe Isbert y preparó la “visita al revés” del Mr. Marshall atlético. Nada más conocerse el resultado del sorteo el Rayo firmó un vergonzoso armisticio. Con la excusa de meter muchos aficionados rayistas en el estadio, convino jugar en el estadio del rival, defraudando el espíritu de la Copa y dando una innecesaria ventaja competitiva al rival. El resultado fue el previsible: fiesta de Reyes para la chavalería atlética cuyos padres vieron la oportunidad de llevarles a un partido bueno, bonito y barato.


Gregorio Mª Callejo en el Wanda durante la época en que el Rayo Majadahonda jugaba en 2ªA

El Rayo jugó “en casa”, pero sin afición visible o al menos no enfocada en televisión, en un campo que le vino gigantesco y contra un rival infinitamente superior al que le organizamos todo un homenaje. Frente al ardor combativo que suelen mostrar los equipos de categorías inferiores contra grandes rivales, el Rayo salió blando, hueco, casi servil. Dando las gracias y haciendo reverencias por serle permitido saltar al Metropolitano. Si a eso añadimos que Simeone lanzó a los suyos un mensaje claro de “tonterías ni una”, lo que se nos vino fue una somanta de palos en un majestuoso ring y ante la cual el Rayo ponía media sonrisa e intentaba balbucear… algo así como «nos gusta jugar tocando». Y así, tan fugaz como el paso de la comitiva americana en la maravillosa película de Berlanga, pasó delante de nosotros la Copa. Mientras Linares, Mancha Real y Alcoy se procuraron un espectáculo quizás irrepetible, Majadahonda se privó darle ese premio a su público. Ya es difícil salir malparado de este tipo de partidos en el que el equipo pequeño poco tiene que perder. El Rayo lo consiguió, infringiéndose un autocastigo de consecuencias imprevisibles en Liga y exhibiéndose ante toda España como un equipo acomplejado y anémico, vapuleado por un tren de mercancías. Qué pena, Rayo. *Gregorio Mª Callejo se define en su red social como «magistrado, fanático sólo del rock and roll y de la Historia y seguidor infatigable de mi Rayito de Majadahonda». Lea esta crónica y sígalo en @CallejoHernanz

 

 

Majadahonda Magazin